15M: PROYECTOS O PROGRAMAS

 

Texto e ilustraciones de O COLIS para Zonaizquierda.org


Hace poco más de un año, en un artículo que titulé: 15M: Influir o confluir (O Colis,13 de julio, 2013, Zonaizquierda.org), consideraba que la tendencia de algunos de los integrantes del movimiento quincemayista a la confluencia con otras formaciones políticas supuestamente afines (con el fin, aseguraban estos proconfluyentes, de aunar esfuerzos en pos de objetivos comunes y de ganar fuerza) no era sino el verdadero propósito inicial de aquellos transitoria o transversalmente quincemayistas que confiaban en que sus representantes políticos en los partidos políticos de izquierda, tal y como están estos conformados actualmente, pueden seguir gestionando las pretensiones de verdadera democracia que todos demandamos, empeñados en convencernos de que sólo es cuestión de votos. Es decir, que los que trabajaban por convencer a los movimientos políticosociales independientes de la necesidad de converger con los programas de los partidos afines, ya venían convencidos al 15M de que esa, la actitud confluyente de todos los que tendríamos supuestamente los mismos objetivos, es pretendidamente la única posibilidad práctica de conseguir pasar de la “democracia figurada que no lo es”, al establecimiento del poder democrático real.

 
Junto a ellos estábamos desde el principio, y seguimos estando, los que creíamos en la necesidad de seguir siendo sólo influyentes, permaneciendo en la base independiente del movimiento (y de sus acciones independientes), trabajando en proyectos concretos, considerando además que el movimiento y los movimientos deben permanecer estratégicamente en ese lugar teórico no convergente puesto que también cabe la posibilidad de tener que volver a la lucha desde posiciones iniciales, en el caso, por ejemplo, de la pérdida de las elecciones de los partidos de izquierda (y por lo tanto la ausencia o desaparición de esos representantes políticos que pudieran gestionar nuestras aspiraciones). Y digo que estábamos junto a ellos porque así hemos estado trabajando, y estamos, ocupando cada uno el lugar en el que consideramos somos más eficaces. Durante todo este tiempo, confluyentes e influyentes nos hemos ido tolerando más o menos abiertamente, siendo además ya evidente la gramsciana actitud “hegemonizadora” y recalcitrante de algunos de los confluyentes y la determinación por seguir siéndolo de todos los influyentes. Habiéndose creado además un espacio intermedio por los que tratan honestamente de fluir en ambas corrientes.


La aparición inesperada, tras la pantomima de las elecciones europeas (en las que avanzó la abstención, ver: http://abstencioncomoprotesta.wordpress.com/) de la plataforma Podemos y de la fuerza para la captación de votos de sus representantes ha hecho que se haya creído necesaria por parte de los movimientos ciudadanos madrileños la organización y preparación de un proyecto para las elecciones municipales (en principio para la ciudad de Madrid y algunos otros municipios de la región) que comenzó trabajando hace algunos meses con el nombre propuesto de MUNICIPALIA, y que probablemente se presentará a las elecciones como GANEMOS. Todo ello con la intención de arrebatar el poder a la derecha que lo detenta, a favor de las aspiraciones democráticas de los movimientos ciudadanos y de la ciudadanía que no está conforme con las opciones políticas de los que se presentan a las elecciones.


Los que creímos tácticamente importante la abstención como protesta en las pasadas elecciones europeas, ya considerábamos estratégicamente fundamental, sin embargo, volcar el esfuerzo político en las siguientes municipales: “La importancia que le atribuimos a los barrios y municipios en nuestra propuesta es estratégica. El espacio barrial y municipal sirve para desarrollar formas directas, transparentes y participativas de gestión de lo común y lo público, es decir, permite profundizar en el autogobierno y traducir la «democracia» a una práctica cotidiana concreta y perceptible para todas las personas. Personas que pasarían de ser meras receptoras pasivas y sumisas de las decisiones de otros a convertirse en sujetos activos con capacidad de intervenir por sí mismos en los asuntos que les atañe, y esta mutación se puede articular de forma óptima en el espacio barrial o municipal. El espacio político desde esta perspectiva se convierte en un recurso poderoso contra las culturas políticas tuteladoras, tradicionalmente basadas en la profesionalización de la política y su toma de decisiones al margen de la ciudadanía.” (José Manuel Naredo, citando al 15M en La abstención como protesta, Ed. Díaz & Pons, Madrid 2013, págs. 24,25).


Durante el tiempo transcurrido desde aquellas elecciones hasta ahora mismo, en algunas Asambleas del 15M, y en otros movimientos ciudadanos, tanto confluyentes como influyentes, se ha estado discutiendo precisamente sobre la definición de “lo común” y “lo público” para su “empoderamiento”, es decir, para que reconozcamos cuáles son nuestros derechos, asumirlos o recuperarlos, tomarlos y ejercerlos. La resucitación del término (el verbo empoderar ya existía en español castellano como sinónimo de apoderar) como sustantivo (del inglés empowerment) es un hallazgo semántico probablemente surgido en Latinoamérica (“El empoderamiento de los pobres es la palabra clave”; Granma, Cuba, 11.96) que nos viene muy bien para la definición diferenciadora del lenguaje de la derecha que nos impide utilizar los bienes comunes y los derechos conseguidos sobre ellos. Las palabras, nunca inocentes, nos ayudan siempre a desvelar nuestros argumentos e intenciones frente a los del contrario. Porque son las palabras propias las que presentan nuestros deseos e intenciones, no los argumentos de los otros, a no ser que los razonamientos ajenos los hayamos hecho nuestros y no necesitemos citar a quien los expresó.


Una de las actitudes ideológicas que más fuerza me da desde que participo en la asamblea de Economía Sol es precisamente la que se desprende de la facilidad con la que los asamblearios argumentan sin citar autores preclaros constantemente, como hacían y siguen haciendo los oradores políticos, los teóricos y argumentadores de la izquierda más representativa, quienes buscan la razón de lo que dicen en quien lo dijo anteriormente, haciendo a veces una relación tan agotadora y apabullante de nombres y citas que parece desapareciera su convicción en lo que sostienen tras el esplendor de los citados. Entre los miembros de los nuevos movimientos independientes se asume el pasado argumental que nos interesa y conviene, sin citar autores porque hacen y asumen sus discursos como propios, pero buscan, sin embargo, nuevos términos que definan mejor nuestras intenciones y las de aquellos que las defendieron. Ya no se busca la razón incuestionable de lo que se sostiene tejiendo frases y autores indiscutibles, sino que se trata de asumir lo que se dice.


A esa dualidad semántico-estratégica entre “Influir o Confluir” del pasado quincemayista reciente, que se entiende hoy más resuelta, se plantea otra que seguramente se sigue de ella: “Proyectos o Programa”. Seguramente los confluyentes, hegemonizadores o no, creen que hay que cerrar programas de actuación política, el programa como paradigma, o el nuevo programa como nuevo paradigma; mientras que los influyentes huyen de los programas para centrarse en proyectos como la lucha contra la privatización del Canal de Isabel II; la defensa de la sanidad y la educación públicas; la defensa de los medios públicos de información; la interposición de querellas contra los corruptos; las movilizaciones contra los desahucios de los hipotecados; la denuncia de la modificación del artículo 135 de la Constitución Española (por parte de no sólo el PP, sino con el voto de apoyo del PSOE y CIU, entre otros); las iniciativas para la auditoría e impago de deudas ilegítimas; la lucha contra el consumo y los “megaproyectos” que destrozan la naturaleza; la denuncia y movilización contra la firma del Tratado de Comercio e Inversiones entre Europa y Estados Unidos (TTIP)... Aun con esto, deseo y espero que ambas corrientes fluyan en paralelo en el futuro, entre otras cosas porque es seguro que así lo harán y más vale tratar de cooperar en la medida que los proyectos y los programas no se repelan y consigamos empoderarnos y arrebatar el poder representativo a la derecha rampante.
 

  

 

 

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