SERGIO
DE LA PAVA: El narrador esperado
Por Darío Ruiz Gómez*
para
Zonaizquierda.org
“Una singularidad desnuda” la primera novela de Sergio de la
Pava* fue
editada por éste en edición digital que luego la Universidad de Chicago
editó logrando obtener premios tan importantes a una primera obra como
el del Pen Club. En español y con una excelente traducción de José Luis
Amor la editó “Pálido fuego”. Como bien lo señaló Rodrigo Fresán lo que
de la Pava define a través de los múltiples frammenti de que está
compuesta, es un cuestionamiento a fondo de la Ley y de las
inconsecuencias de esta en lo que se refiere a la vida civil, a la
conducta de cada individuo. Quien va abriendo el despliegue de
cuestionamientos es Cícero, punto de partida para una relectura del
Melville de “Moby Dick”, de Dickens, de Dostoievski, de Kennedy Toole,
de Pynchon y sobre todo de la metodología jurídica que suele utilizar en
sus novelas William Gaddis, no olvidando a Doss Pasos y Don de Lilo en
este infierno de Manhattan, de crímenes, tribunales, sincopadas voces de
inmigrantes, boxeo, olores nauseabundos. Indagar es abrirse a la dolida
lucidez donde el sentimiento de impotencia ante la ley indica la medida
de lo trágico que se esconde en lo aparentemente trivial y rutinario de
la vida. De la Pava no recurre a la casa de citas famosas ni al pastiche
de Gadda sino que extrae de la alusión a cada autor, una metalectura, es
decir la escondida referencia hacia las calladas derrotas humanas, hacia
la búsqueda de lo imposible, destruyendo las nociones de tiempo y
espacio tal como lo hace Pynchon en “El arco iris de gravedad” pero
escapando de la comodidad del nihilismo al uso para dejar sentado un
aire de insoslayable solidaridad humanidad.
Ya leídas unas pocas páginas de esta novela, “Personae” su segunda
propuesta narrativa*** lo que queda en claro es que estamos ante un
narrador que reafirma los territorios colonizados por su prosa y su
capacidad para el relato polifónico, lo que señala la presencia de una
mirada que escruta con ojo certero aquello que enfoca. Y que las
palabras de las cuales se vale para convertir este enfoque en un relato,
son las exactas, escritas con el cuidado de un forense que termina por
comprometerse sentimentalmente en cada corte de realidad escogido, es la
lección de Robbe Grillet permitiendo que la mirada que desvela, se
permee de sentimentalidad, precisión narrativa abrumadora que no se
reduce a quedarse en la neutralidad moral ante lo que ve sino que se
preña de sugerencias, de vacilaciones, propias de aquel que al mirar
asocia. O sea que aquí la narración es un encadenamiento de metáforas
mediante las asociaciones que establecen las preguntas. Indagar consiste
en encadenar las preguntas sabiendo que al final de éstas se abrirá no
lo que llamamos verdad sino un espacio que puede ser el umbral hacia
algo que siempre nos será desconocido, incierto. No confundamos este
método de acorralar el lenguaje para exigirle todas sus posibilidades
con el deslumbrante buceo en la conciencia que hace Gaddis para cada
personaje, pero sí lo que llamaría estrategia de aburrir al mal lector,
aquellos que se arredran ante la primera dificultad y que Baudelaire
llamó “lectores perezosos”.
De la Pava nació y se formó en el idioma inglés lo que le concedió de
salida el poder contar con el distanciamiento necesario para escapar del
magma de las literaturas nacionales, de esas anémicas fórmulas
narrativas de la narrativa comercial, de la Pava es lo que Steiner llama
un escritor extraterritorial. En “Personae” la detective Trame personaje
que sirve de guía consciente en esta bajada a los infiernos y es quien
descubre el cadáver e inicia las conjeturas,
comienza por poner en duda
la eficacia del lenguaje escrito para certificar las circunstancias que
han rodeado una muerte y para describir el cadáver. Series de t.v.
algunas películas de Lumet han ahondado en esta relación de lo que ha
sucedido como un hecho de violencia y la credibilidad y las hipótesis
sobre una muerte y sobre esas atmósferas pesadas, amoniacales donde
discurre la justicia. Pero lo hace con el catártico humor que Becquet
incorporó a través de su inolvidable Belacqua, el detective capaz de
entender que para describir los sucios entresijos de una ciudad se
necesita de un estilo análogo al propósito de destrucción, de absurdo
que es propio del crimen bajo las apoyaturas que le conceden estos
escenarios. La necesidad de fracasar y de volver a fracasar para no
llegar a ninguna conclusión. Templar abre el abanico de otras
consideraciones afines a las hipótesis que surgen del caso Arce: la
dolorosa experiencia de un genio como Glenn Gould a quien Thomas
Bernhardt dedicó un inigualable texto, “El malogrado”. Este irse hacia
los lados o sea apartarse de la tiranía del final de una trama permite
al conocimiento de de la Pava darnos una reflexión extraordinaria sobre
el arte de la fuga, sobre los límites exasperados de quien se embarca en
una búsqueda formal y trata de llegar hasta sus últimas consecuencias.
Esto lo hace en “Océano” un capítulo magistral sobre lo absurdo buscado,
lo hace en la genial obra de teatro, reconocimiento de la carcasa que
nos habita, de la desolación de la muerte como ausencia definitiva, pero
hay en este fracasar la oculta esperanza de que, precisamente el
lenguaje sea quien recoja y mantenga vivos los rastros de las ínfimas
huellas que cualquier vida anónima ha querido dejar.
De la Pava incorpora así a nuestra mustia narrativa una tradición
contemporánea que la ignorancia le ha negado por causas inconfesables a
las nuevas generaciones de narradores. Elegir una tradición es negarse a
aceptar que sólo existen las llamadas tradiciones nacionales, ya que un
texto acude a nuestro llamado para iluminarnos, para ayudarnos a decir
con claridad lo que nuestra confusión no era capaz de decir sobre la
vida de un personaje detrás del cual estamos nosotros mismos. El
obituario sobre Antonio Arce quien murió desconocido como escritor y
como persona se hunde en las tierras salvajes donde supuestamente
estaría su origen, pero su origen es este que la milagrosa prosa de de
la Pava le concede para que sea el lenguaje quien pueda rescatarlo del
olvido y concederle una identidad. Con de la Pava se abre por fin una
tradición narrativa largamente negada en Colombia.
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*Darío Ruiz Gómez, es escritor, ensayista,
periodista, teórico del arte y el urbanismo, crítico literario y poeta
colombiano. Se ha desempeñado además como profesor universitario y
columnista. Su obra enlaza profundamente con la memoria colectiva de las
últimas décadas de su país, particularmente dramáticas.
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“Una singularidad desnuda”, Editorial “Pálido Fuego” 2014
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“Personae” Literatura Random House 2015