Esperando el Apocalipsis de brazos cruzados.

 

En la mayor parte del mundo, incluyendo China y Estados Unidos, la energía sucia sigue siendo barata y abundante, con desastrosas consecuencias.

 

Por: Chris Hedges*

Traducción de Enrique Prudencio para Zonaizquierda.org

 

El hombre debe poner en práctica inmediatamente una serie de medidas radicales para detener las emisiones de la combustión del carbón o prepararse para el colapso de todos los ecosistemas y el desplazamiento, sufrimiento y muerte de cientos de millones de habitantes del planeta, según un informe encargado por el Banco Mundial. La continuada pasividad ante la amenaza del cambio climático, cuando lo que se necesita es la más rápida y enérgica respuesta, advierte el informe, producirá una inevitable subida de al menos 4ºCelsius  (7,8 grados Fahrenheit) para el final del siglo, marcando el comienzo del Apocalipsis.

 

El documento de 84 páginas, “Apague la calefacción: Por qué se debe evitar que la temperatura del mundo suba 4ºc”, escrito para el Banco Mundial por el Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático y el Análisis del Clima, se hizo público la pasada semana. La imagen que pinta de un mundo convulso por el ascenso de la temperatura es una mezcla de caos masivo, colapso del sistema y sufrimiento por enfermedades peores que la Peste Negra, que aniquiló en el s.xiv entre el 30 y el 60 por ciento de la población de Europa.

 

Una subida de la temperatura en todo el planeta de 4ºC  - y el informe indica que la tibieza de las promesas y compromisos de reducción de emisiones de la Convención de las Naciones Unidas en el Marco del Cambio Climático hará que llegue a ese nivel inevitablemente – producirá una estrepitosa caía del rendimiento de los cultivos, junto a la pérdida de muchas especies de peces, cuyo resultado será una hambruna generalizada. Cientos de millones de personas se verían forzadas a abandonar sus hogares en las zonas costeras y en las islas que quedarían sumergidas con la subida del nivel del mar. Habría una explosión de enfermedades como la malaria, el cólera y la fiebre del dengue. Devastadoras olas de calor y sequías, a la vez que inundaciones, especialmente en los trópicos, harán que parte de la tierra resulte inhabitable. Desaparecerá la selva tropical que cubre la cuenca del Amazonas. Se esfumarán los arrecifes de coral. Se extinguirán numerosas especies de animales y plantas, muchas de las cuales son vitales para el sustento de la población humana. Tormentas monstruosas erradicarán la biodiversidad en diferentes regiones del mundo, dice el informe, y habrá “un estrés sin precedentes en los sistemas humanos”. La producción global de la agricultura eventualmente no será capaz de compensar. Se derrumbarán la sanidad y los sistemas de emergencia, así como las instituciones destinadas a mantener la cohesión social y la ley y el orden. Los pobres del mundo serán los que más sufran al principio. Pero al final todos sucumbiremos a la locura y la arrogancia de la Era Industrial. Y sin embargo, no hacemos nada.

 

“Conviene recordar que un incremento de la temperatura media global de 4 Cº  se aproxima a la diferencia entre las temperaturas actuales y las de la última glaciación, cuando toda Europa central y el norte de Estados Unidos estaban cubiertos por kilómetros de hielo y las temperaturas globales eran de entre 4,5ºC y 7ºC más bajas”, reza el informe. Y tal magnitud en el cambio climático – inducido por el hombre – se está produciendo a lo largo de un siglo, no de un milenio”.

 

A pesar de la abrumadora información científica, las élites políticas y empresariales del mundo industrializado continúan situando el lucro y la conveniencia empresarial a corto plazo muy por delante de la protección de la vida humana y el ecosistema. A la industria del combustible fósil se le permite decidir nuestra relación con el mundo natural, condenando a las generaciones futuras. El dióxido de carbono (C02), el principal gas de efecto invernadero, se ha incrementado desde su concentración preindustrial 278 partes por millón (ppm) a más 391 partes en septiembre de 2012, siendo ahora su tasa de incremento de 1,8 ppm al año. Ya hemos superado el punto de inflexión de 350 ppm; por encima de ese nivel no se puede sostener la vida tal como la conocemos. La concentración de C02 es más alta ahora de lo que lo ha sido durante los últimos 15 millones de años. Las emisiones de C02, que están actualmente alrededor de 35 mil millones de toneladas métricas al año, está previsto que suban hasta los 41 mil millones de toneladas métricas anuales para el año 2020.

 

Debido a que alrededor del 80 por ciento del exceso de calor generado por el efecto invernadero desde 1955 se encuentra momentáneamente en los mares y océanos, hemos comenzado un proceso que, incluso si detuviésemos ahora todas las emisiones procedentes del carbón, subiría el nivel de los océanos y se producirían grandes alteraciones climáticas, incluyendo el fundido  continuo de las capas de hielo de Groenlandia y el Ártico, así como la acidificación de los océanos.  El informe estima que si el calentamiento se incrementa hasta los 4 grados Celsio, el nivel de los mares subiría entre 0,5 y 1 metro, posiblemente más para 2100. El nivel de los mares subirá varios metros más en los siglos siguientes. Si se pudiese mantener el calentamiento en 2 grados o menos aún subiría el nivel del mar unos 20 centímetros para el año 2100, y posiblemente continuará subiendo entre 1,5 y 4 metros sobre el nivel actual para el año 2300. La subida del nivel de los mares, concluye el informe es posible que sea de 2 metros solo si el calentamiento se mantiene bastante por debajo de 1,5 grados. La subida del nivel de los mares no será uniforme. Las zonas costeras de las regiones tropicales quedarán inundadas por la subida del nivel del mar un 20% más que las de otras latitudes.

 

“En particular, la fusión de las capas de hielo desviará la atracción gravitatoria sobre los océanos hacia las placas de hielo y, en consecuencia, el agua de oceánica tenderá a gravitar hacia el Ecuador”, reza el informe. “Los cambios de dirección del viento y de las corrientes marinas debidos al calentamiento global y a otros factores afectarán también al nivel del mar según las regiones, al igual que los patrones de captación de calor por parte del mar y el calentamiento.  El impacto de la elevación del mar se prevé que sea asimétrico incluso dentro de las mismas regiones y países. Del impacto previsto por el estudio para 32 países en vías de desarrollo, solo 10 ciudades soportarán los dos tercios del total expuesto a las mayores inundaciones. Las ciudades altamente vulnerables se encuentran en Mozambique, Madagascar, Méjico, Venezuela, India, Bangladesh, Indonesia, Filipinas y Vietnam. En los pequeños estados islas y las zonas de los deltas de los ríos, la subida del nivel del mar tendrá mayores consecuencias adversas, especialmente si se combina con el previsto incremento de la intensidad de los ciclones tropicales en muchas regiones del trópico, o con otros fenómenos climáticos extremos y el de los efectos del cambio climático inducido en los ecosistemas oceánicos (por ejemplo, pérdida de los arrecifes protectores debido al incremento de las temperaturas y la acidificación marina).”

 

Cuando la concentración alcance los 550 ppm (lo que corresponde a unos 2,4ºC en 2060,” es probable que los arrecifes de coral comiencen a disolverse en muchas zonas”, se lee en el informe. “La combinación de episodios de lavado inducidos térmicamente, la acidificación del agua y la subida del nivel del mar amenazan grandes extensiones de arrecifes de coral incluso con un incremento del calentamiento global de 1,5ºC. La extinción regional de ecosistemas de arrecifes de coral completos, que podría producirse bastante antes de alcanzar temperaturas de 4ºC tendría profundas consecuencias para las especies dependientes de este tipo de hábitats y para las personas que dependan de estas especies de peces para alimentarse, venderlos para obtener ingresos, así como por atracción turística  y protección del litoral.” La proyección que hace el informe es que el cambio en la acidez del océano durante el próximo siglo no tendrá paralelo en la historia de nuestro planeta”.

 

La producción global de maíz y trigo se encuentra en constante declive desde la década de 1980. Pero este declive de las cosechas se verá drásticamente acelerado en los próximos años, cuando las temperaturas en ascenso den como resultado la malnutrición y la inanición. Esto significa que los pobres y especialmente los niños padecerán hambre crónica y malnutrición. Se producirá un incremento de toda clase de enfermedades epidémicas mortales. La inundación permanente contaminará el agua potable esparciendo enfermedades diarreicas y respiratorias. La sequía de este año 2012, que afectó al 80% del terreno agrícola en Estados Unidos se convertirá en la norma. Los países tropicales de América Latina, de África Central y las islas tropicales del pacífico serán muy probablemente afectados con cierta regularidad por olas de calor de magnitud sin precedentes que harán que la vida humana sea muy difícil sino imposible de mantenerse, según reza el informe.

 

“En este régimen climático de altas temperaturas, los meses actualmente más fríos serán considerablemente más calurosos que los tórridos del final del siglo xx”, leemos en el Informe. “En regiones tales como la Mediterránea, Norte de África, Oriente Medio y la meseta tibetana, casi todo el verano será más caluroso que las olas de calor más extremas que ahora experimentan. Por ejemplo, el mes de julio más caluroso en la región Mediterránea podrá ser 9ºC más tórrido que el más caluroso mes de julio actualmente”. El Documento apunta que estos cambios “exceden potencialmente las capacidades adaptativas de muchas sociedades y sistemas naturales”.

 

El estrés y la inseguridad producidos por el brutal desajuste del clima, dice el Informe, “tendrá efectos negativos en la salud psíquica y mental”. Producirá un incremento en “los niveles de conflicto y violencia” Estos cambios “tendrán ramificaciones en la identidad natural y alterará las dinámicas de las culturas tradicionales”.

 

El Informe hace un llamamiento a los líderes del mundo industrializado instándoles instituir medidas radicales, entre ellas  detener la dependencia de combustibles fósiles y el incremento de la temperatura global por debajo de los 2ºC , aunque el informe admite que incluso un incremento inferior a 2 grados produciría serios daños al medio ambiente y a la población humana. Sin una inversión masiva en infraestructuras verdes que se puedan adaptar al calor y a otros factores del nuevo clima extremo así como la construcción de redes de transporte público eficiente y sistemas de energía renovable para minimizar las emisiones de carbón, sucumbiremos a nuestra propia estupidez.

 

Si fracasamos en la respuesta estaremos preparando una pesadilla ecológica que lo más probable es que vaya acompañada por un colapso económico, social y político. El género humano, dice el informe, va a cruzar los “umbrales de un sistema social crítico”  e “instituciones existentes que han soportado acciones de adaptación probablemente se convertirían en mucho menos efectivas o incluso colapsarían”. El “estrés” que sufriría la salud de las personas, como olas de calor, malnutrición y el empeoramiento de la calidad del agua potable debido a su mezcla con el agua salada de mar, tiene el potencial de sobrecargar los sistemas de sanidad hasta un punto en que la adaptación ya no resulte posible y se fuerce la desvertebración.

 

Tampoco existe certeza de que sea posible la adaptación del mundo a 4ºC”, de temperatura constante. “Un mundo de 4ºC  sería probablemente un mundo en que comunidades, ciudades y países experimentarían severas alteraciones, daños y trastornos, con muchos de estos riesgos distribuidos de forma desigual. Es posible que los pobres fuesen los que más sufrieran y la comunidad en su conjunto quedaría más fracturada y con más desigualdades de las que existen hoy día. El calentamiento de 4ºC proyectado, sencillamente no debería de darse, hay que apagar la calefacción”.

 

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* Chris Hedges pasó casi dos décadas como corresponsal en el extranjero en Centroamérica, Oriente Medio, África y los Balcanes. Ha trabajado para la radio pública y estuvo 15 años en The New York Times como corresponsal en el extranjero.

 

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article33155.htm

 

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