Nuevos documentos del FBI y del Departamento de Seguridad de la Patria
obtenidos por la Asociación para la Justicia Civil (PCJ en sus siglas en
inglés) revelados la pasada semana demuestran que el FBI y otras
agencias de espionaje y seguridad comenzaron una campaña de
monitorización, espionaje, desorganización de grupos del Movimiento
Occupy mediante acoso y amenazas, al menos durante dos meses antes de
que comenzara la primera acción de ocupación a finales de septiembre de
2011.
Ya en agosto, mientras empezaba a conocerse que el incipiente Movimiento
Occupy era “pacífico” en su naturaleza, oficiales estatales y locales
del FBI, el DHS, los numerosos Centros Integrados y los Centros de las
Fuerzas de Choque de la Junta del Terrorismo te todo el país, empezaron
a reunirse con instituciones financieras locales y sus organizaciones de
seguridad privada para trazar una estrategia dirigida a contener la
campaña del Movimiento Occupy.
Curiosamente, un documento obtenido por la PCJ de la oficina del FBI de
Houston se refiere a lo que aparentemente había sido un plan trazado por
alguno de los grupos arriba mencionados, cuyo nombre ha sido tachado en
el documento divulgado, en el que figurarían quienes fuesen los líderes
del Movimiento Occupy en Houston, para proceder a su asesinato a cargo
de francotiradores con rifles “suprimidos”, que significa
francotiradores con rifles equipados con silenciador.
El escalofriante documento en cuestión dice lo siguiente:
“Alguien identificado como BLANCO tenía previsto participar en ataques
de francotiradores a partir de octubre contra los manifestantes de
Houston, Texas si se considerara necesario. La persona identificada como
BLANCO había recibido información que indicaba que los manifestantes de
Nueva York y Seattle planificaban manifestaciones similares en Houston,
Dallas, San Antonio y Austin, Texas. BLANCO tenía previsto unirse a los
servicios de espionaje para atacar a los líderes del grupo de la
protesta y obtener fotografías con el fin diseñar un plan para matar a
los líderes utilizando francotiradores con rifles provistos de
silenciador.”
El vocabulario del texto no parece ser el de uno de esos maniáticos
perteneciente a alguna facción del Tea Party, concretamente las palabras
“deemed necessary” (considerado necesario) y la referencia a la
“recopilación de información contra los líderes del grupo facilitada por
las agencias de espionaje”. Afortunadamente, en cualquier caso, tal
campaña de asesinatos no se produjo en Houston ni en ningún otro lugar
durante la ola de acciones de Occupy por todo el país, pero por otra
parte tampoco se produjo ningún arresto de miembros de cualesquiera
organizaciones o individuos que el FBI sabía perfectamente que estaban
planeando una acción terrorista contra los activistas de occupy.
Comentando esta peculiaridad de que ni el FBI ni las demás
organizaciones antiterroristas tomaran medida alguna, la directora de La
Asociación para la Justicia Civil Maya Verheyder-Hilliard, dijo: “Los
documentos que hemos obtenido muestran que el FBI estaba actuando como
agencia de espionaje y protección para Wall Street y los bancos contra
personas que hacen uso de la libertad de expresión protegida por la
Primera Enmienda. Sin embargo, aquí nos encontramos con una amenaza
terrorista real, contra la que el FBI, si se tomara en serio la
prevención del terrorismo, debería haber actuado, pero no hizo nada”
De hecho, desde el 11/9, se han producido un buen número de arrestos
prominentes, se han celebrado juicios e incluso se ha dictado a personas
que fueron acusadas simplemente de hablar con informantes del FBI sobre
algún imaginario complot terrorista. Estos arrestos son normalmente
publicitados a bombo y platillo en los medios, con los delincuentes bien
visibles delante de las cámaras durante los arrestos. Sin embargo, no
hubo nada de esto en el caso arriba explicado. Ni arrestos ni
publicidad. La única explicación que nos dieron es que el FBI fue
requerido para que revelara sus archivos sobre la monitorización llevada
a cabo por ellos sobre el Movimiento Occupy, y que este documento en
particular emergió de entre las páginas desclasificadas.
¿Pudo haber estado el FBI tan familiarizado con los conspiradores,
quienesquiera que sean, y tener con ellos la suficiente confianza como
para instruirlos y cancelar el plan sin más, o dejarlo en espera? No
podemos saberlo a partir de la apretada redacción de unos papeles que
quedaron sueltos de un abultadísimo dossier al que no tenemos acceso.
Pero no sería una gran sorpresa si resultase que existe alguna conexión
entre los aspirantes a asesinos y el gobierno. Sería exactamente el
programa “COINTELPRO” de Nixon (otra vez todo igual), donde resulta que
la policía local estaba matando activistas como parte de una campaña
organizada a nivel nacional.
Verheyden-Hilliard dice que el último documento sí indica que “Bastante
antes de que Zuccotti Park fuese ocupado y antes de que comenzara la
primera protesta en Wall Street, hubo una reunión del FBI con los
líderes de la Bolsa de Nueva York y con las organizaciones encargadas de
la seguridad de los bancos de Wall Street para desarrollar una
estrategia coordinada con el fin de hacer frente a las protestas de
Occupy”
Dice ella: “otra cosa que se desprende de estos últimos documentos es el
alcance de los esfuerzos realizados por el FBI contra el Movimiento
Ocuppy. No se trata de una anomalía en dos o tres oficinas de distrito
del FBI. Se habían puesto a trabajar tomándoselo muy en serio. Y durante
todo este período aban comentando entre ellos a través de sus sistemas
de comunicaciones que las acciones del movimiento ran pacíficas. Sin
embargo, las líneas sobre el tema quedan registradas en los memoranda
como asunto de contraterrorismo.”
Y añade: “Si se observa cómo vio el gobierno de Estados Unidos las
manifestaciones de la Primavera Árabe y especialmente las
manifestaciones contra Mubarak en la plaza Tahrir, se puede observar que
estaba preocupado por el uso de la policía que el gobierno hacía contra
los manifestantes, de quienes se decía que estaban ejerciendo su derecho
democrático a protestar. Sólo cuando se ejercita dentro de los Estados
Unidos se consideran tales protestas una actividad terrorista.”
La contradicción entre el espionaje estadounidense y las fuerzas del
orden ante el Movimiento Occupy y la valoración de esas mismas agencias
de la amenaza real que representan los activistas de Occupy quedan
reflejadas en una publicación de la Dirección de Programas y Protección
Nacional (NPPD), una unidad del Departamento de Seguridad de la Patria.
Ese documento, publicado en octubre de 2011, cuando el Movimiento Occupy
estaba despegando, se refiere a Occupy Wall Street como una laxa
coalición que organiza las protestas pacíficas que tienen lugar en
ciudades de todo Estados Unidos”.
Pero también afirma:
“Las reuniones masivas convocadas por movimientos para protestar
públicamente, pueden tener efectos perturbadores para los transportes,
servicios comerciales y oficiales, especialmente cuando se concentran en
grandes áreas metropolitanas. Las grandes manifestaciones también
conllevan una potencial violencia por lo que representan un desafío para
las fuerzas del orden”
Pero en realidad, la única violencia en los cientos de acciones del
Movimiento Occupy durante 2011 y comienzos de 2012 por todo Estados
Unidos, desde Nueva York a Boston y de Los Ángeles a Seattle, fue
perpetrada por una policía armada hasta los dientes. Las actividades de
Occupy fueron las víctimas, no las causantes de la violencia y el
comportamiento criminal.
Ahora resulta que cuando un grupo u organización no identificado aún -
posiblemente incluso identificado con los intereses bancarios por lo que
conocemos – realmente conspira para asesinar activistas y líderes de
Occupy - los mismos servicios de espionaje nacional, agencias policiales
locales y estatales, en lugar de proteger al público, volvieron la
espalda y no hicieron nada al respecto.
Quizás la verdadera naturaleza de “coalición laxa” del Movimiento
Occupy, que ha evitado conscientemente tener o seguir a líderes, al
final le salvó de ser atacada, dado que los conspiradores y sus
francotiradores con rifles nunca estuvieron seguros de quienes eran sus
dianas.
Dave Lindorff es fundador de Esto no puede estar ocurriendo y coautor de
Hopeless: Barack Obama y la política de la ilusión, publicada por AK
Press. Reside en Filadelfia.