La hegemonía norteamericana ha terminado.


Por Israël Shamir, Information Clearing House
Traducción: Enrique Prudencio para Zona Izquierda


Primero la buena noticia. La hegemonía norteamericana ha terminado. El agresor ha sido dominado. Despejamos el Cabo de Buena Esperanza simbólicamente hablando, en septiembre de 2013. Con la gestión de la crisis Siria el mundo ha superado una encrucijada clave de la historia moderna. Era una situación muy peligrosa y con tanto riesgo como la que se vivió con motivo de la crisis de los misiles de Cuba en 1962. Las posibilidades de que se desencadenara una guerra total eran muy altas, como las voluntades aceradas de América y Eurasia que se habían cruzado en el Mediterráneo oriental. Pasará algún tiempo hasta que se filtre y salga a la luz la realidad de todo lo acontecido: es algo normal cuando se trata de un acontecimiento de tal magnitud. La agitación en EE.UU., desde la persecución enloquecida de los coches de la policía en Washington D.C. tras el coche una mujer con un bebé en brazos, hasta el cierre del gobierno federal y el posible impago de la deuda, son consecuencias directas de la tensión causada por este dramático acontecimiento.

¿Recuerdan el Muro de Berlín? Cuando cayó, yo estaba en Moscú escribiendo para Haaretz. Fui a una conferencia de prensa con los miembros del Politburó que tuvo lugar en el Hotel Presidente y les pregunté si ellos estaban de acuerdo con el fin de la URSS y del sistema socialista mundial que parecía cercano. Me reí nerviosamente, era una situación embarazosa. ¡Oh no!, dijeron. El socialismo florecerá como resultado de la caída del Muro. La URSS cayó dos años después. Ahora, aquellos años se han compactado en nuestra memoria en una breve secuencia, pero en realidad, llevó su tiempo.

El caso más dramático de septiembre de 2013 fue el “high noon”, la o hora de la verdad, del enfrentamiento cerca de la costa levantina, con cinco destructores estadounidenses cargados de misiles Tomahawks apuntando a Damasco y frente a ellos la flota rusa de once navíos encabezada por el crucero portamisiles Moskva y apoyada por buques de guerra chinos. Al parecer, se lanzaron dos misiles hacia la costa de Siria y ninguno logró llegar a su destino.

Un periódico libanés informó, citando fuentes diplomáticas, de que los misiles fueron lanzados desde una base aérea de la OTAN en España y que fueron derribados por el sistema de interceptores rusos mar-aire con base en uno de los navíos. Otra explicación ofrecida por Asia Times dice que los rusos emplearon sus baratos y potentes bloqueadores de GPS para inutilizar el caro Tomahawk, que desorientado no se sabe donde fue a parar. Sin embargo, otra versión atribuye el lanzamiento a los israelíes, impacientes por desencadenar el tiroteo, no simplemente observando las nubes, como dicen ellos.

Cualquiera que sea la razón, después de este extraño incidente, el trámite de los penaltis no tuvo lugar, porque el presidente Obama se retiró y enfundó sus armas. Todo esto fue precedido por un voto inesperado del parlamento. Este cuerpo político venerable declinó el honor de unirse al ataque propuesto por los EE.UU. Era la primera vez en 200 años que el parlamento británico votaba en contra de una propuesta razonable para iniciar una guerra, una tentación que los británicos no pueden resistir. El apoyo lacayuno del presidente francés no tuvo consecuencias.

Después de eso, el presidente Obama decidió pasar la patata caliente al Congreso. Él estaba dispuesto a dar rienda suelta al Armagedón por su cuenta. Así se perdió el nombre de la acción. El Congreso no quiso ir a una guerra de consecuencias imprevisibles. Obama trató de intimidar a Putin en la reunión del G20 en San Petersburgo, pero fracasó. La propuesta rusa para eliminar las armas químicas de Siria permitió al presidente Obama salvar la cara. Este contratiempo puso fin a la hegemonía estadounidense, su supremacía y su excepcionalidad. El Destino Manifiesto había terminado. Todos hemos aprendido en las películas de Hollywood: el héroe no se rinde, ¡apunta y dispara¡ Si enfunda sus armas, no es un héroe: él se acobardó.

Después las cosas comenzaron a desmoronarse rápidamente. El presidente de EE.UU. tuvo una charla con el nuevo presidente de Irán, para disgusto de Tel Aviv. Los rebeldes del Ejército Libre sirio decidieron hablar con Assad, después de dos años luchando contra él y su delegación llegó a Damasco, dejando a los extremistas islámicos en la estacada. Su patrocinador Qatar se está derrumbando. El cerrojazo de su gobierno y el posible impago de la deuda proporcionó a los estadounidenses algo tangible por lo que preocuparse. Con el final de la hegemonía de EE.UU., los días del dólar como moneda de reserva mundial están contados.

El desencadenamiento de la Tercera Guerra Mundial casi se produjo, como deseaban los banqueros. Tienen demasiadas deudas, incluyendo la excesiva deuda externa de EE.UU. Si los Tomahawks hubieran volado, los banqueros podrían haber cobrado por causa de fuerza mayor y haber repudiado la deuda. Millones de personas hubiesen muerto, pero miles de millones de dólares estarían a salvo en los sótanos de JP Morgan y Goldman Sachs. En septiembre, el mundo atravesó este punto de bifurcación de forma segura, ya que el presidente Obama se negó a cargar con la culpa de los gángsters de la banca. Tal vez se merecía el premio Nobel de la paz, después de todo.

El futuro está lleno de problemas, pero ninguno de ellos es insalvable. EE.UU. perderá sus derechos de moneda de reserva como fuente de ingresos. El dólar norteamericano dejará de servir como moneda de reserva mundial, aunque seguirá siendo la moneda norteamericana. En otras partes del mundo recurrirán a su euro, yuan, rublo, bolívar, dinar. El gasto deberá ser reducido a la normalidad y la eliminación de bases y armas en el extranjero permitirá a la población cambiar de estatus sin dolor. Nadie quiere reemplazar a los Estados Unidos, simplemente todo el mundo está ya harto de verlos disparando escopetas por todas partes.
EE.UU. tendrá que encontrar nuevos empleos para tantos banqueros, carceleros, soldados e incluso políticos, como tiene.

Como me encontraba en Moscú durante la crisis, puede observar el desarrollo de los acontecimientos tal como los vivían los rusos. Putin y Rusia han sido presionados implacablemente durante bastante tiempo:

* EE.UU. apoyó y subvencionó el neoliberalismo y el nacionalismo en Rusia; las elecciones nacionales en Rusia fueron presentadas como un fraude monumental al igual que las venezolanas. El gobierno ruso ha sido deslegitimado en gran medida por sus campañas de propaganda.

* La Ley Magnitsky del Congreso de EE.UU. autorizó a las autoridades norteamericanas a detener y confiscar los bienes de cualquier ruso que consideren sospechoso, sin llevarle a los tribunales.

* Algunos activos del estado ruso fueron incautados en Chipre, donde los bancos tenían problemas.

* EE.UU. alentó a Pussy Riot, los desfiles gay en Moscú, con el fin de promover una imagen de Putin como dictador, enemigo de la libertad y homófono en los medios de comunicación de los oligarcas occidentales y rusos.

* El apoyo ruso a Siria fue criticado, ridiculizado y presentado como un acto brutal y carente de humanitarismo. Al mismo tiempo, expertos de los medios occidentales aseguraron que Rusia iba a abandonar a Siria.

Como ya escribí anteriormente, Rusia no tenía ninguna intención de rendirse en el enfrentamiento con EE.UU. sobre la decisión de éstos de arrasar Siria, por varias de razones: es un aliado, los cristianos ortodoxos sirios que están siendo asesinados confiaban en Rusia y geopolíticamente la guerra se acercaba demasiado a las fronteras rusas. Pero la razón principal fue la aversión y el malestar que provocaba en Rusia la prepotencia norteamericana exhibida crecientemente de forma provocativa e intimidatoria. Los rusos consideraban que decisiones tales como invadir y arrasar un país deben ser llevadas al Consejo de Seguridad de la ONU. Está totalmente en contra de que EE.UU. asuma el papel de árbitro del mundo.

En la década de 1990, Rusia estaba debilitada y no podía oponrerse con efectividad, pero sintió una gran amargura cuando Yugoslavia fue bombardeada y las tropas de la OTAN se trasladaron hacia el este, rompiendo lo que habían prometido a Gorbachov. La tragedia de Libia también resultó crucial. El desgraciado país fue bombardeado por la OTAN y quedó arrasado y desintegrado. De ser el estado más próspero de África pasó a ser el más miserable. La presencia rusa en Libia era bastante limitada, pero aún así, Rusia perdió algunas inversiones en aquel país. Rusia se abstuvo en la votación sobre Libia, ya que era la posición del entonces presidente ruso Dmitry Medvedev, que creía que se podía jugar a la pelota con Occidente. De ninguna de las maneras estaba dispuesto Putin a abandonar a Siria al mismo destino.

La rebelión rusa contra la hegemonía de EE.UU. comenzó en junio, cuando el vuelo de Aeroflot que transportaba a Snowden desde Pekín aterrizó en Moscú. Los estadounidenses tocaron todas las teclas imaginables para que Snowden volviera a su país natal. Activaron el espectro completo de sus espías en Rusia. Sólo unas pocas voces, como la de su verdad y una petición a Rusia para proporcionarle un refugio seguro, fueron suficientes. A pesar de la presión de EE.UU., a Snowden se le concedió el asilo.

El siguiente paso fue la escalada en Siria. No voy a entrar en discusiones sobre el supuesto ataque químico, ya que quedó claro que fue realizado por terroristas de una de las franquicias de Al Qaeda bajo falsa bandera. La opinión de Rusia era, y no podía ser otra, que no había motivos para que EE.UU. interviniera unilateralmente en Siria o en cualquier otro lugar. En cierto modo, los rusos han restaurado el Derecho Internacional a su antiguo y venerado lugar. El mundo se ha convertido en un lugar mejor y más seguro.

Nada de esto hubiese sido posible sin el apoyo de China. El gigante asiático considera a Rusia su “hermana mayor” y se fía de su capacidad para enfrentarse a los de los ojos redondos. Los chinos, a su manera tranquila y sin pretensiones, jugaron del lado de Putin. Pasaron a Snowden a Moscú. Vetaron resoluciones para atacar militarmente a Siria en el Consejo de Seguridad y enviaron sus buques de guerra al Mediterráneo. Putin hizo frente a EE.UU. no solo para proteger a Rusia, sino todo el territorio de Eurasia.

La Iglesia está a favor de los esfuerzos de Putin, no solo la Iglesia rusa, sino la católica y la ortodoxa estaban también unidas en su oposición a la agresión militar norteamericana, conociendo que los “rebeldes” apoyados por EE.UU. estaban masacrando a los cristianos y destruyendo sus monumentos milenarios. El Papa hizo un llamamiento a Putin en nombre de la Iglesia, del mismo modo que lo hicieron las iglesias de Jerusalén y Antioquía. El Papa amenazó con excomulgar a Hollande y la velada amenaza impresionó al presidente francés. Así que Putin contó con el apoyo y la bendición de los patriarcas ortodoxos y del Papa. Esta doble bendición es un acontecimiento extremadamente raro en toda la historia.

Se produjeron muchos momentos emocionantes y apasionantes en esta crisis de Siria, los suficientes para llenar varios volúmenes. Un primer intento de someter a Putin en la reunión del G8 en Irlanda, fue uno de ellos. Putin estaba a punto de encontrarse con el frente unido de Occidente, pero maniobró para convencer a algunos de ellos para que se unieran a él y sembró las semillas de la duda en los corazones de los demás evocando al “combatiente rebelde” sirio comiéndose el corazón de un oficial del ejército sirio, cuya imagen dio la vuelta al mundo.

La propuesta de eliminar las armas químicas de Siria fue hábilmente presentada, la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU bloqueó la posibilidad de atacar a Siria al amparo del Capitulo VII. Milagrosamente, los rusos ganaron el combate al poderoso propulsor de la guerra. La alternativa era grave: Siria sería destruida como Libia, se produciría inevitablemente un posterior ataque estadounidense-israelí contra Irán, los cristianos orientales perderían su cuna, Europa se vería inundada por millones de refugiados. Rusia quedaría como una potencia irrelevante, de muchas palabras y pocos hechos. Incapaz de defender a sus aliados, incapaz de hacer valer su posición. Todo quedaría en una “victoria moral”, que no es más que un eufemismo de una derrota. Todo lo que Putin ha trabajado en 13 años al timón del país se habría perdido, Rusia estaría de vuelta a donde estaba en 1999, cuando Clinton bombardeó Belgrado.

Se llegó a la cima de esta confrontación en el intercambio Obama-Putin sobre el excepcionalismo. Los dos hombres no eran amigos, para empezar. Putin estaba molesto por lo que él percibe como falta de sinceridad e hipocresía de Obama. Putin, un hombre que pasó de la cuneta a lo más alto, aprecia la capacidad de hablar francamente con las personas de todos los ámbitos de la vida. Su charla franca puede ser sorprendentemente brutal. Cuando fue interrumpido por un periodista francés en relación con el tratamiento de los separatistas chechén, respondió:

“Los extremistas musulmanes (takfiris) son enemigos de los cristianos, de los ateos, e incluso de los musulmanes, porque creen que el Islam tradicional es hostil a las metas que se fijan a sí mismos. Y si quieres convertirte en un radical islámico y estás listo para ser circuncidado, te invito a que vengas a Moscú. Somos un país multiconfesional y tenemos expertos que pueden hacerlo. Y yo les aconsejaría que realizasen la operación de tal forma que no vuelva a crecer nada nuevo en ese lugar”.

Otro ejemplo de su forma de hablar sorprendentemente franca lo recogimos en Valdai mientras respondía a Bridget Kendall de la BBC. Ella preguntó: ¿Por qué la amenaza de un ataque militar de EE.UU. a Siria, juega en realidad un papel útil para que Siria acepte que se pongan bajo control sus armas químicas?

Putin respondió: Siria adquirió las armas químicas como alternativa al arsenal nuclear de Israel. Siria pidió el desarme de Israel e invocó el nombre de Mordejai Vanunu como ejemplo de científico israelí que se opone a las armas nucleares. (Mi entrevista con Vanunu ha sido recientemente publicada en el periódico de más tirada de Rusia y ha alcanzado cierta notoriedad.)

Putin trató de hablar con franqueza con Obama. Conocemos su intercambio de palabras por la filtración de la grabación de una conversación confidencial entre Putin y Netanyahu. Putin llama al norteamericano y le pregunta: ¿Cuál es tu posición sobre Siria? Obama responde: me preocupa que el régimen de Assad no respete los derechos humanos. Putin casi vomita al oír la pura hipocresía de su respuesta. Putin entendió que Obama se negaba a hablar con él mirándose a los ojos.

Tras el enfrentamiento con Putin sobre Siria, Obama hizo un llamamiento a los pueblos del mundo en nombre de la excepcionalidad estadounidense. “Es la política de EE.UU. la que hace que EE.UU. sea diferente. Es lo que nos hace excepcionales”, dijo. Putin respondió: “Es extremadamente peligroso animar a la gente a que se vean a sí mismos como algo excepcional. Y esto no es una cuestión ideológica sino una cuestión moral y de principios”.

Como he expuesto en otra parte, EE.UU. se basa en la teología judía de la excepcionalidad, de ser el “pueblo elegido” del Antiguo Testamento. Esta es la razón más profunda de la relación entre Israel y EE.UU. Europa está entre el catolicismo y el calvinismo de la predestinación. Rusia históricamente ha estado más cerca del Nuevo Testamento. Rechaza la excepcionalidad del ”pueblo elegido” y la predestinación de Calvino.

Mientras, la bien organizada comunidad judía de EE.UU. apoyó la guerra, condenó al Assad y presionó para llevar a cabo la agresión militar contra Siria. Parece que algunos países ceden con facilidad a los intereses defendidos por ciertos lobbies y adoptan el intervencionismo y la agresión militar como norma internacional.

Mientras declina la hegemonía de EE.UU., nos enfrentamos a un futuro incierto. El gigantesco poder militar de EE.UU. todavía puede causar estragos, la bestia herida es más peligrosa. Los norteamericanos pueden escuchar al Senador Ron Paul que aboga por abandonar las múltiples bases de ultramar y reducir drásticamente los gastos militares. Deben respetar el Derecho Internacional y la soberanía de todos los estados. A la gente de todo el mundo le va a gustar la nueva Norteamérica cuando deje de y espiar amenazar e invadir a todo el mundo. No es fácil, pero ya hemos negociado sobre el Cabo y ha ganado la Buena Esperanza.


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*Israël Shamir es un destacado intelectual, escritor, traductor y periodista ruso-israelí

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article36668.htm

 


 

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