Traducción de
Enrique Prudencio
para
Zonaizquierda.org
El
gobierno norteamericano y sus pueblos sujetos creen que Estados Unidos
es “la única superpotencia mundial”. Pero, ¿cómo puede ser una
superpotencia un país cuyo gobierno en pleno y la mayoría de sus
vasallos, especialmente los miembros de iglesias evangélicas se
arrastran a los pies del Primer Ministro de Israel? ¿Cómo puede ser
superpotencia un país cuando carece de poder para definir y aplicar su
propia política exterior en Oriente Medio? Un país así no es una
superpotencia, es un estado marioneta.
En
los últimos días hemos visto una vez más a la “superpotencia
norteamericana” arrastrándose a los pies de Netanyahu. Cuando Netanyahu
se ha decidido otra vez a asesinar mujeres y niños palestinos de Gaza y
a destrozar aún más lo que quedaba de la infraestructura social del
Ghetto de Gaza, y califica los crímenes de guerra israelíes y los
crímenes israelíes contra la humanidad como un mero ejercicio de “autodefensa”,
el Senado Norteamericano, la Cámara de Representantes Norteamericana, la
Casa Blanca y los medios de comunicación Norteamericanos, todos a una y
con la mayor rapidez declaran su apoyo a los crímenes de Netanyahu.
El 16
de noviembre el Congreso de la “superpotencia”, tanto la Cámara de
Representantes como el Senado, aprobaron por abrumadora mayoría las
resoluciones que les había entregado escritas el lobby
israelí-norteamericano AIPAC, el único representante extranjero al que
no se le exige registrarse como agente extranjero. El Servicio Global de
Noticias del Pueblo Judío informó con orgullo del poder que ejercían
sobre Washington. Demócratas y Republicanos compartieron la deshonra de
servir a Israel y al diablo, en vez de a la justicia y a los
palestinos.
La
Casa Blanca obedeció rápidamente la convocatoria del lobby israelí. El
presidente Obama anunció su “apoyo total” al ataque a Gaza por Israel.
Ben Rhodes consejero adjunto de Seguridad Nacional de la Casa Blanca
informó a los medios el 17 de noviembre que la Casa Blanca “desea lo
mismo que desea Israel”. Esta es una aseveración incierta, ya que muchos
israelíes se oponen a los crímenes del gobierno israelí, que no es el
gobierno de Israel sino el gobierno de los colonos, es decir, los
enloquecidos inmigrantes hambrientos de tierra que establecen
ilegalmente sus asentamientos con el apoyo de Netanyahu , robándoles la
tierra a los palestinos.
El
Israel de Netanyahu es el equivalente de los Republicanos de Lincoln de
hace 150 años. Entonces no existía el Derecho Internacional que hubiera
protegido los estados sureños, que abandonaron la unión voluntaria, un
derecho constitucional, para no ser explotados económicamente por los
hombres de negocios de los Nordistas. Con posterioridad, el ejército de
la Unión, después de devastar el Sur, se dirigió a donde estaban a los
indios americanos y no había leyes que protegieran a los indios
americanos de ser asesinados y saqueados por los ejércitos de
Washington.
Washington afirmaba que sus fuerzas invasoras estaban encontraban
amenazadas por los arcos y las flechas de los indios. Actualmente
existe el derecho internacional para proteger a los palestinos
residentes en Cisjordania y Gaza. Pero cada vez que el mundo trata de
hacer a Israel responsable de sus crímenes, la marioneta de Washington
en manos de Israel veta las decisiones de la ONU.
La
noción de que los palestinos amenazan a Israel es tan absurda como la
noción de que Estados Unidos está amenazado por Afganistán, Irak, Libia,
Yemen, Siria, Somalia e Irán. Ningún gobierno de ninguno de estos países
ha hecho nunca una declaración amenazante contra Estados Unidos. Pero,
aunque tal amenaza hubiese sido formulada, no tendría absolutamente
ningún sentido. Si una superpotencia puede ser amenazada por países tan
impotentes y lejanos como estos, no es una superpotencia.
La
satanización de la víctima es la forma de esconder los crímenes de
estado. Los medios audiovisuales e impresos norteamericanos son
inservibles para verificar los crímenes de guerra. Los únicos crímenes
de los que dan cuenta los medios son asignados a “terroristas”, es decir
a todos los que se resisten a la hegemonía de Estados Unidos y a los
estadounidenses, como por ejemplo Bradley Manning y Sibel Edmonds que
liberaron la verdad cautiva por el secreto oficial. Julián Assange de
WikiLeaks sigue en peligro a pesar del asilo que le ha concedido el
presidente de Ecuador, puesto que Washington tiene muy poco respecto por
el Derecho Internacional.
En
Estados Unidos el uso de la Primera Enmienda empieza a ser considerada
como un crimen contra el estado. El propósito de los medios ya no es
buscar la verdad, sino proteger las mentiras oficiales. Decir la verdad
ha desaparecido prácticamente, ya que les sale muy caro a los
periodistas que lo hacen. Para mantener su puesto de trabajo uno sirve a
Washington y a los grupos de intereses privados a los que sirve
Washington.
En
defensa de los últimos crímenes de Israel del día 19, el presidente
Obama dijo: “ningún país del mundo toleraría que le cayera una lluvia de
misiles disparados desde sus fronteras”. Pero, por supuesto que hay
muchos países que sí toleran la lluvia de misiles disparados por Estados
Unidos. El criminal de guerra Obama está haciendo llover misiles sobre
Afganistán, Pakistán y Yemen y ha hecho llover misiles sobre Libia,
Somalia, Irak y Siria también. Y el siguiente podría ser Irán.
El
asalto alemán al Ghetto de Varsovia es una de las historias de horror de
la Historia de los Judíos. Ese acontecimiento está ocurriendo otra vez,
solo que esta vez los judíos son los verdugos en lugar de las víctimas.
Ni una mano se ha levantado para parar a Israel y detener el objetivo
declarado por el Ministro Israelí del Interior Eli Yishai de “hacer
volver a Gaza a la Edad Media”.
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*Paul
Craig Roberts era asistente del Secretario del Tesoro para Política
Económica y editor asociado del Wall Street Journal. Era columnista del
Business Week, Srcipps Howard News Service y del sindicato de creadores.
Ha ocupado varios cargos en universidades. Su columna de Internet ha
atraído a seguidores de todo el mundo.