¡Que se jodan las elecciones!

Por ANDRE VLTCHEK, COUNTERPUNCH*

Traducción de Enrique Prudencio para Zonaizquierda.org


Nairobi.

No me lo estoy inventando: no lo sabía; ¡no tenía ni idea! Hasta hoy 6 de noviembre de 2012… a la 1 de la madrugada, hora de Nairobi… No tenía ni la menor idea de que estaban metiendo una vez más esos trocitos de papel en unas cajas… muy lejos, allá en Estados Unidos.

¿Y cómo me he enterado? Fui a mi tienda de libros preferida de África y mi amigo, un vendedor de libros indio, simplemente señaló con el dedo un libro escrito por Quinto Tulio Cicerón. Se escribió hace unos 2.100 años y se titulaba “Cómo ganar unas elecciones”

“Practique su latín”, dijo sonriendo mi amigo indio. De alguna forma él sospechaba que hace bastante tiempo debí sufrir mi aprendizaje bajo una educación clásica. Es posible que mi cara nunca haya abandonado los rastros de aquello. “Esa mierda”, admití. “Mis mamadas latinas”.

“Esto…” dijo señalando con el dedo la portada de una revista con la cara sonriente de Obama y otro tipo que no reconocí, “Esto seguramente apesta mucho más que su latín… Pero no se preocupe; este libro es de una edición bilingüe, por lo que puede engañar.”

Y así lo hice. Me compré el Cicerón y una novela keniata y entré en un café franco-congoleño, pedí un potente café exprés y una botella de agua burbujeante. Empecé a leer la versión en inglés:

“Prometa todo a todo el mundo. Excepto en los casos más extremos, los candidatos deben decir todo lo que desee oír la multitud a la que tenga que dirigirse cada día. Dígales a los tradicionalistas que usted siempre ha apoyado los valores conservadores. Dígales a los progresistas que usted siempre ha estado de su parte. Después de las elecciones podrá explicarle a todo el mundo que a usted le encantaría ayudarles, pero que desgraciadamente se han producido unas circunstancias que están más allá de donde usted puede llegar…”

¿Elecciones? ¿Qué elecciones?

Entonces empecé a recordar algo. Mi exmujer, concertista de piano y profesora de música en la Universidad de Columbia, me escribió justo ayer desde Nueva York. Ella estaba intentando conseguir algún trapo sucio sobre Obama para su amigo, que parecía estar en la fase terminal de una negra depresión causada por todo el sistema político norteamericano.

Sin pensármelo mucho cumplí alegremente el encargo y la envié el manuscrito de mi libro sobre Indonesia titulado “Archipiélago del miedo” (publicado por Pluto, Reino Unido, 2012). El libro contiene algunas luces tóxicas que iluminan la infancia de Obama en la Indonesia fascista post-1965, así como algunos “revivals” y dibujos sobre su padre keniata – uno de los brillantes economistas formados en Estados Unidos, que esforzadamente ayudó a Occidente a destrozar todo lo que tuviese una ligera apariencia “socialista” o “social” en Kenia y todo el Este de África. Después le escribí a mi exmujer que ahora es una buena amiga, resumiendo mi moderada opinión sobre el presidente de Estados Unidos: “Referente a Obama, no tengo ningún sentimiento particularmente negativo hacia él. Es un criminal, un criminal de guerra, como todos esos tipos que siempre hemos tenido de presidentes, desde Washington y Lincoln. Obama es un ladrón, pero no un ladrón excepcional, simplemente un bandido de medio pelo. Pero en realidad es exactamente un payaso triste al servicio del fundamentalismo imperialista de mercado occidental.

¿Pero por qué está todo el mundo tan obsesionado con las elecciones y con muestro querido líder Obama justamente ahora?

Confieso que en algún momento dejé de ver la televisión y de leer los periódicos. Al pasarme la vida escribiendo y grabando imágenes por todos los rincones del mundo, paso la mayor parte del tiempo en hoteles y a bordo de aviones de pasajeros, por eso de vez en cuando vislumbro muy brevemente algún titular de prensa. La mayor parte del tiempo evito que mis ojos miren las pantallas y las primeras planas puesto que no estoy interesado en quién ha sido devorado por un tiburón en cualquier lugar de Florida, en quién duerme con quien ni en qué postura, ni en quién se encuentra en campaña electoral para el Senado o la Casa Blanca.

Lo encuentro totalmente irrelevante. Hago oídos sordos a la música pop e ignoro todas las películas de Hollywood y de Bollywood, al igual que a la mayor parte de los medios de información. Ignoro también la cobertura de todos los medios de prensa y lo que esté ocurriendo en la escena política norteamericana o europea, ya que encuentro que esta información no está en absoluto relacionada con el sufrimiento del mundo del que soy testigo todos los días y en todas partes.

Los miembros de la casta política occidental no son más que muñecos de teatro de marionetas preseleccionados por “El Mercado, S.A”, por lo que sea quien sea el que ocupe el trono no influirá en absoluto en lo que está pasando en el mundo ni tan siquiera en sus propios países, ya sea en Estados Unidos o en Europa. Tomando prestada una expresión del gran dramaturgo británico Hanif Kreishi: “Estos tipos ni siquiera gobiernan los pedos que salen de sus rectos”

Desde principios de este año, me decidí a volver a lo básico, a hacerlo todo - al menos en el campo del periodismo de investigación – a la antigua, de la forma que se hacía hace ya bastante tiempo, por Orwell, pero especialmente por gente como Wilfred Burchett y Ryszard Kapucinski. Decidí ir a las zonas de guerra, a las áreas conflictivas y allí escuchar a la gente, utilizar el menor número de frases de los miembros del sistema que fuera posible y ser totalmente dogmático e ideológico. Estaba convencido de que esto me llevaría lo más cerca de la “objetividad” real y de la “verdad” real que se pueda llegar.

Allí, en los lugares donde se encontraba el sufrimiento, a nadie le preocupaba quien estaba en la Casa Blanca. Ya fuese Clinton, Bush u Obama. Para ellos siempre era lo mismo: grandes empresas transnacionales talando los bosques, contaminando sus ríos, robando sus recursos naturales y comprando la fuerza de trabajo por unos centavos. Y derrocar los gobiernos que habían elegidos democráticamente (sí, en algunos países se intentaba establecer la democracia) si estos estaban dispuestos a servir al pueblo, a dar prioridad al pueblo.

Si se hace por el partido Demócrata o por el Republicano pronto se olvida, pero el sufrimiento permanece en la memoria.

Este año – 2012 – viajé por las ciudades y por los campos de China y América Latina, fui a la frontera entre Siria y Turquía, a la frontera entre Ruanda y la República Democrática del Congo, a Bahrein, Uganda, a los lugares donde se había desatado la violencia religiosa en Indonesia, a los villorrios levantados sobre los vertederos de basura o junto a los vertederos de basura dentro y fuera de Kolkata a Kiribati, un país que se está hundiendo, a la frontera de Kenia con Somalia, así como a los campos de refugiados más grandes del mundo en Dadaab.

He hecho películas, he trabajado en libros y reportajes. No quedaba tiempo para ver las noticias. El Sistema: el imperio, el régimen, el capitalismo salvaje está muriendo en todo el mundo. ¿Para qué perder el tiempo estudiando a sus mascotas reemplazadas cada cuatro u ocho años?

Y súbitamente me encontré aquí, en Nairobi, un día antes de mi salida para El Cairo y Kuala Lumpur. Estaba aquí, apabullado por el descubrimiento de que no tenía ni la más remota idea de que se estuviesen celebrando unas elecciones en el país del cual soy ciudadano, los Estados Unidos de América. Y no tenía ni idea de quienes eran los candidatos, aunque una vez que me enteré de que se estaban celebrando unas elecciones, estaba seguro de que el Sr. Obama era uno de ellos, ya que él no querría privarnos de su luminosa presencia en el cenit durante otros cuatro años. Llamé por teléfono, envié mensajes por correo electrónico, utilicé el WhatasApp tratando de ponerme en contacto con varias personas que me lo confirmaron, sí, así es, se estaban celebrando elecciones en los Estados Unidos. Todos pensaron que les estaba gastando una broma inocente. Pues no, no era una broma.

Abrí la página de Yahoo.uk. ¡Y allí estaba! Sí: Obama y Romney (¿quién diablos era este?) Pero como Obama es del partido Demócrata, este, del que dudo, debe de ser del partido Republicano, por exclusión, ¿no?

Mientras yo hibernaba, esos tipos de Washington ya se las habían arreglado para nominarse los unos a los otros, preseleccionar a los más leales de entre sus filas, ejecutar verificaciones de antecedentes (asegurarse de que nadie va a tocar el statu quo del sistema) para después permitir a los votantes de Estados Unidos decidir si ellos (y una gran parte del mundo) van a ser “gobernados” durante los próximos cuatro años por el Mickey Mouse de nariz color de rosa o por el de nariz color naranja.

De repente 2+2 sumaron 4: ahora recuerdo que hace poco tiempo me escribieron algunos candidatos al senado. Me felicitaron por mi trabajo y a continuación me sugirieron que “deberíamos de trabajar juntos”. También un candidato a gobernador de uno de los estados más grandes. Ignoré tales cartas o las contesté amablemente rechazando la oferta. No estaba interesado en el sistema en absoluto, estoy demasiado ocupado con mis libros, películas, reportajes, confusión personal y la revolución latinoamericana.


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Lentamente, despertando a la realidad, comencé a darme cuenta de lo peligrosa y subversiva que era mi postura de no interesarme por el sendero iluminado y brillante del proceso de las elecciones “democráticas” de Occidente. Recordé una de las mejores y postreras novelas de José Saramago, “seeing” (“Ensayo sobre la lucidez”) del escritor portugués José Saramago. En sus páginas describe un “pacífico” y “democrático” país europeo y el súbito tumulto que se desata cuando sus ciudadanos empiezan a romper las papeletas y se niegan a participar en la charada de votar a los preelegidos y preaprobados “clientes” del aparato empresarial, llamados “candidatos”. El estado reacciona inmediatamente imponiendo la ley marcial y comienza secuestrar, matar y torturar a la población. Negarse a participar en el juego, a tomarse en serio esta depresiva y mal coreografiada tragicomedia llamada “elecciones”, era probablemente una empresa muy peligrosa, un crimen punible. Los regímenes de Occidente quieren que se les tome en serio. O de lo contrario…

¡De pronto me había sentido tan malvado, y tan peligroso!

Pero, ¿qué podía hacer? Después del sufrimiento que he visto en todo el mundo, sinceramente no me podía importar menos qué candidato pudiera estar calentando el sillón de la Casa Blanca. La política exterior de Obama ha sido espantosa, desde Oriente Medio a los países del Golfo, de América Latina a África. No ha ofrecido al mundo nada positivo, como tampoco se ha ofrecido nada positivo por ninguno de los huéspedes de la Casa Blanca desde la Segunda Guerra Mundial. Como sin duda tampoco habría nada positivo que pudiese ofrecer Mr. Romney (quienquiera que sea) si llegara a la presidencia.

Cicerón escribió:

Qua re etiamatqueetiampergetenereistamviam quam institisti, excelledicendo. Hoc ettenertur Romae et adliciutur et abimpediendo ac laedendorepellutur.

En un mundo tan caótico, debes permanecer pegado a la senda que has elegido. Es tu habilidad sin igual como orador la que atrae al pueblo romano hacia ti y lo mantiene a tu lado.

“Habilidad sin par como orador, quizás, pero ¿permanecer “pegado a la senda elegida”?

Subí y me desinfecté mentalmente escuchando un par de buenas canciones revolucionarias latinoamericanas. Más tarde me duché, definiendo este momento de la historia bajo un chorro de agua caliente como una fecha erótica: “Que jodan a sus elecciones” murmuré alegremente antes de salir en dirección al aeropuerto rumbo a El Cairo.

No sé quien es el tipo llamado Romney y no tengo interés alguno en saberlo.

 

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*Andre Vltcheck es novelista, cineasta y periodista de investigación. Ha cubierto guerras y conflictos en docenas de países. Su libro sobre El Imperialismo occidental en el Pacífico Sur (Oceanía) ha sido publicado por Lulú. Su provocativo libro sobre la Indonesia post-Suharto y el modelo fundamentalista de mercado se titula Indonesia – El archipiélago del miedo (Pluto) Después de vivir muchos años en América Latina y Oceanía, Vltchek reside y trabaja actualmente en el Este de Asia y África. Se le puede contactar con él a través de su web.
 

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