AL AHRAM: entrevista al revolucionario egipcio “dueño” de la plaza Tahrir.


Tamarud (rebelión) detalla la forma en que los líderes movilizan a las masas para exigir la salida del depuesto presidente Mohamed Morsi, quien finalmente ha sido derrocado por el ejército egipcio.

Traducción: Enrique Prudencio para Zona Izquierda

Mahmoud Badr es el amo de la calle en Egipto. Este deportista de 28 años de edad, activista en zapatillas de atletismo, pantalones vaqueros y polo desgastado, inventó la fórmula mágica que atrajo a millones de egipcios a las calles para exigir el derrocamiento del presidente islamista Mohamed Morsi. Ahora está decidido a garantizar que se cumplan todas sus demandas.

El día que el ejército intervino para deponer a Morsi la semana pasada, Badr y otros dos veinteañeros (co-fundadores del movimiento Tamarud), recibieron una llamada telefónica de un coronel de Estado Mayor, invitándoles a presentarse al comandante en jefe de las fuerzas armadas.

Hablando con el periodista en un apartamento desnudo de un alto edificio de los suburbios, prestado a su movimiento de protesta por un oscuro partido político, Badr dijo que este iba a ser su primer contacto con los militares.

Tuvieron que pedir un coche prestado, y sin tiempo para lavarse o afeitarse, salieron en dirección a la sede del espionaje militar, donde fueron conducidos a una habitación en la que se encontraron con un grupo de generales, un gran jeque, el Papa copto, un juez superior y los líderes políticos de la oposición.

Lejos de ser intimidado, Badr se encontró rápidamente discutiendo con el general Al Fattah El-Sisi sobre la hoja de ruta de los militares para una transición política y rechazando su sugerencia de que Morsi debía convocar un referendo sobre la continuidad de su mandato.

Millones de personas se habían manifestado exigiendo la dimisión del presidente, no un referendo, le dijo el activista a Sisi.

“Le digo a usted, señor, usted que es el comandante en jefe del ejército, que el pueblo egipcio, señor, es su supremo comandante, y le está ordenando a usted que acepte su voluntad y convoque elecciones generales anticipadas”

El general se rindió. Una panda de chavales en camiseta había cambiado el curso del país más poblado del mundo árabe mediante la movilización de masas contra el gobierno de los Hermanos Musulmanes, amenazando a continuación con oponerse a cualquiera que se opusiera a sus demandas.

“Somos los dueños de la calle porque estamos con el pueblo y con la voluntad del pueblo y siempre lo estaremos”, dijo Badr.

Al igual que muchos activistas de la generación de Facebook, inició su carrera política en el levantamiento que derrocó al veterano autócrata Hosni Mubarack en 2011. Comenzó a trabajar como periodista y votó por Morsi hace un año, pero se sintió defraudado.

Les dijo a los generales que si optaban por una solución intermedia, estarían perdidos. Si se empeñaban en la idea del referendo, él desaparecería con su movimiento.

“No tengo un cheque en blanco de la gente”, le dijo a Sisi. La gente ha firmado la exigencia de Tamarud de celebración de elecciones presidenciales anticipadas, así que no puedo salir a la calle y decirles cualquier otra cosa.”

"Si está usted preocupado por la reacción de la Hermandad Musulmana, ya le digo que también se negarán al referendo que les proponga, por lo que en ese caso, perderá a los de un lado y a los del otro. Gana el pueblo egipcio”.

Una alta fuente del ejército confirmó que Sisi desechó la idea del referendo tras escuchar los argumentos de Tamarud.

Los ganadores nunca abandonan.

Badr, que no se avergüenza de tener ambiciones presidenciales a largo plazo, estaba entusiasmado con su súbito poder.

“La idea de estar dibujando el mapa político del país que consideramos el más grande del mundo árabe es muy importante”, dijo.

Un rótulo fijado a la pared proclamaba “Los ganadores nunca lo dejan, y los que lo dejan nunca ganan”.

Parece mentira que dos jóvenes periodistas y un estudiante, armados solamente con ordenadores portátiles y teléfonos móviles, lograran organizar en dos meses un movimiento de masas, mientras los divididos partidos de la oposición egipcia habían luchado para rebañar un puñado de votos.

Badr lo consiguió a base de un intenso trabajo compartido con Mohamed Abdelaziz, de 28 años y Hassan Shahim, de 23.

“Nadie hizo lo que hicimos nosotros”, dice. “Muchos grupos mantenían reuniones o como mucho alguna protesta aislada en el centro de El Cairo, mientras que nosotros recorríamos el país, sin dormir durante muchas noches y días para no rendirnos y continuar, inshallah (si Dios quiere).

Los activistas de Tamarud recorrieron ciudades y pueblos recogiendo firmas junto a una petición escrita en rojo exigiendo el cese de Morsi. Dicen que recogieron 22 millones de firmas con nombre y documento nacional de identidad, nueve millones más que el número de electores que habían votado al presidente Morsi.

Nadie comprobó el número de firmas, pero ellos invitaron a Naciones Unidas para que enviaran observadores a verificarlas.

Los que lo dejan nunca ganan.

A medida que el movimiento fue creciendo, hasta llegar congregar una manifestación masiva el 30 de junio, primer aniversario de la toma de posesión de Morsi, los nuevos reclutas, menos familiarizados, pulían sus armas.

Una activista de Tamarud con la que hablamos, se retiró tres días antes de la protesta gigante, porque le preocupada que se hubieran infiltrado en el movimiento la policía secreta y los antiguos partidarios de Mubarak.

“De repente, las caras habían cambiado”, dijo BA, que pidió no facilitar su nombre completo por temor a represalias por parte de los servicios de seguridad. Mucha gente con la que he militado en la izquierda y algunos de los nuevos rostros eran “felul” (remanentes) nostálgicos de Mubarak o miembros de la seguridad del Estado”

La Agencia de Seguridad del Estado Amn Dowla, que detenía y torturaba a los disidentes cuando gobernaba Mubarak, (especialmente islamistas), suscita odio y terror al mismo tiempo. Disuelta formalmente después del levantamiento de 2011, cambió de nombre y permaneció prácticamente intacta por lo demás.

Los líderes de La Hermandad Musulmana han alegado que los compinches de Mubarak y la policía secreta financiaron y animaron a Tamarud.

Ahmed Shafiq, el último primer ministro de Mubarak y anterior general de las fuerzas aéreas que se encuentra actualmente en Abu Dhabi, es acusado públicamente por Morsi de ser quien mueve los hilos para sabotear el Estado de Egipto y que él estaba en estrecha relación con los activistas. Predijo el 1 de julio que el reinado de Morsi terminaría en una semana y también declaró que estaba “permanentemente coordinado con los colegas de El Cairo”.

Pitido y tarjeta roja.

Badr rechaza cualquier sugerencia de que él o su movimiento, hayan sido manipulados por Shafiq o fuerzas encubiertas.

Otros grupos se podrían haber subido al carro, pero Tamarud permaneció en el asiento de delante llevando las riendas, dijo.

Los activistas señalan que si bien la Hermandad proporciona el transporte, comida y bebida a sus partidarios, sentados en una mezquita de un suburbio de El Cairo, a las multitudes de la plaza de Tahrir solo se les proporcionaron silbatos y tarjetas rojas para “espulsar a Morsi”.

Badr negó cualquier sugerencia de que Tamarud llame a sus seguidores a abandonar las calles y volver a casa, diciendo que su movilización está manteniendo a raya a la vengativa Hermandad.

“Mientras que ellos (los partidarios de la Hermandad) vean a mucha gente en el otro lado de la calle, se mantendrán quietos en su sitio”, dice.

Los líderes de Tamarud han trabajado estrechamente junto con el Premio Nobel Mohamed El Baradei, y estaban eufóricos cuando, durante la entrevista, llamaron de la oficina del presidente interino para informar que el ex jefe de la Agencia Nuclear de la Energía Atómica de la ONU, sería nombrado primer ministro.

Saltaron de sus asientos, chocaron las manos y rompieron a cantar “¡El Ejército y el pueblo, una sola mano!”

“Baradei es nuestro Bob (papá), el líder de la revolución, dijo Badr. Él ganó el Nobel y nosotros lo ganaremos también.

Su alegría ha resultado prematura. El nombramiento de El Baradei ha quedado en suspenso por la resistencia de los islamistas conservadores, extraños compañeros de cama junto a los jóvenes revolucionarios.

Pero su euforia es mucho más intensa que su agotamiento y no están como para desanimarse.

“La esperanza siempre está ahí. Puede ir y venir, pero siempre está ahí”, dice Badr, citando un poema árabe. Y añade con sus propias palabras: “Por el poder de nuestra voluntad, convertiremos la esperanza en acción. Esta revolución triunfará, esta generación no será derrotada”.

_______________

 

Fuente: http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/75978/Egypt/Politics-/Interview-The-Egyptian-rebel-who-owns-Tahrir-Squar.aspx


 

Zona Izquierda  © 2005