La dictadura de los banqueros en Grecia

 

Por: Stefan Steinberg

Traducción de Enrique Prudencio para Zonaizquierda.org

8 de septiembre de 2012.

 

Esta semana ha sido revelado el contenido de una carta enviada al Ministerio de Trabajo griego por la llamada troika –el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo–, que deja muy claro que la clase trabajadora europea se encuentra en la encrucijada. La élite financiera está exigiendo un asalto decisivo a los derechos adquiridos por clase trabajadora a lo largo del siglo veinte.

 

Unos 150 años después de las primeras luchas por la jornada de cuarenta y ocho horas y un siglo después de la introducción de la semana de 5 días laborables, la troika exige que los trabajadores griegos trabajen 6 ó 7 días a la semana por salarios de subsistencia, o que ni siquiera alcanzan para vivir. A este fin, la Troika requiere mayores recortes del ya mísero salario mínimo  (586 euros al mes) y dotar de nuevos poderes a los empresarios para despedir a los trabajadores.

 

La carta de la troika indica cínicamente que sus medidas combatirán el desempleo masivo, cuando de hecho el actual nivel record del 30% de desempleados de Grecia es el resultado de las medidas de austeridad impuestas por la troika, que han devastado la economía griega. La carta de la troika deja claramente implícito que la clase capitalista sólo aceptará volver a contratar trabajadores si es en condiciones de virtual esclavismo laboral.

 

Justo antes de que se publicara la carta, Martin Schulz, Presidente del Parlamento Europeo, pidió el establecimiento de zonas económicas especiales (ZEE) en Grecia. Tales zonas, a semejanza de las instalaciones ya existentes en los países más pobres de Asia y África, proporcionarían paraísos fiscales para que las empresas pudiesen explotar a los trabajadores hasta la extenuación. Schulz declaró que tales ZEE serían administradas por una “Agencia europea del crecimiento”, para que se puedan establecer zonas similares en  todo el continente europeo, después establecerlas en Grecia.

 

El nombramiento de Schulz, miembro del partido socialdemócrata alemán,  como Presidente del Parlamento Europeo a comienzos de este año, fue recibido con gran entusiasmo en los círculos sindicales. Estos decían que su énfasis sobre el crecimiento económico era un giro a la izquierda en las políticas europeas.

 

En mayo, Schulz acogió efusivamente la elección del nuevo presidente francés, el líder del partido socialista François Hollande.  Hollande, fue recibido por los sindicatos y los partidos de “izquierda” pequeño-burguesa como la fuerza que impulsaría el crecimiento económico en Europa en oposición a las políticas de austeridad dictadas por Washington y Berlín.

 

Sólo unos meses después estas afirmaciones han quedado reducidas a pura mentira. En las últimas semanas, Hollande ha cerrado filas con la Canciller germana Angela Merkel para apoyar las nuevas medidas de austeridad en Grecia, sabiendo perfectamente que los mercados esperan que las aplique también en Francia.

 

En la segunda década del siglo XXI, todos los males descritos por los cronistas del capitalismo temprano están emergiendo de nuevo en Europa. A principios del presente año Le Monde informaba sobre la mano de obra infantil en Italia donde, actualmente, cientos de miles de niños abandonan la escuela para buscar trabajo con el que ayudar a sus padres. El periódico cita al alcalde de Nápoles: “Sí, somos la región más pobre de Italia. Pero no habíamos visto una situación como esta desde el final de la Segunda Guerra Mundial… A los diez años de edad, estos niños están ya trabajando 12 horas al día”.

 

En Alemania, casi la cuarta parte de la fuerza laboral está empleada en el sector de los minijobs, y millones de trabajadores están en paro. Un informe reciente revela que el número de alemanas dependientes de la donación de alimentos se ha incrementado en 300.000 en 2011, hasta alcanzar la cifra de 1.5 millones.

 

Las consecuencias de las medidas de austeridad exigidas por la élite financiera y administradas por EE.UU. y otros gobiernos nacionales es la pobreza masiva. El mes pasado el Jefe de Operaciones Europeas de Unilever, Jan Zijderveld, declaró que su empresa estaba reconsiderando su estrategia de ventas a la vista del “retorno de la pobreza” a Europa. Unilever está ya comercializando productos en envases reducidos para venderlos a clientes con bajos ingresos en España, siguiendo la misma pauta que en sus operaciones en Indonesia, donde, en palabras de Zijderveld “vendemos bolsitas de champú para un solo uso a 2 ó 3 céntimos y todavía conseguimos unos beneficios decentes”.

 

Después de la liquidación de la URSS, la propaganda del capitalismo aseguraba que los beneficios del libre mercado incrementarían el nivel de vida de los trabajadores de los países que fueron en su día colonias, hasta igualarlo al de los trabajadores de Occidente. Pero de hecho el proceso va exactamente en la dirección contraria. La pauperización de la clase trabajadora descrita por Marx, largamente ridiculizada como una fantasía por sus críticos pequeño-burgueses, está siendo despiadadamente organizada por una pequeña élite parasitaria y fantásticamente rica.

 

El carácter reaccionario e irracional del capitalismo europeo – que está preparando una inmensa retroacción histórica para empobrecer a la población y meter a paladas trillones de euros en los bolsillos de la aristocracia financiera – inevitablemente provoca luchas masivas de la clase trabajadora.

 

El estado de las relaciones de clase internacionales está muy bien resumido por Marx en su “Contribución a la Critica de la Economía Política”. “En una fase dada de su desarrollo, las fuerzas productivas entran en conflicto con el modo de producción existente. En vez de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en sus cadenas. Entonces comienza una época de revolución social”

 

La cuestión clave para la clase trabajadora es la creación de una nueva fuerza política internacional que haya asimilado todas las experiencias importantes de las luchas de clase del pasado, que le proporcionen una genuina perspectiva revolucionaria. En Europa, esto requiere una lucha contra la Unión Europea y todos los Estados que la sustenten, la toma del poder de la clase trabajadora y la creación de los Estados Socialistas Unidos de Europa, como parte integral de la revolución socialista mundial.

 

Fuente: http://www.wsws.org/articles/2012/sep2012/pers-s08.shtml

 

Zona Izquierda  © 2005