Ganemos... si podemos

 

Ilustración y texto de O COLIS para Zonaizquierda.org

 

 
Desde aquella Acampada Sol de 2011 (Madrid, Puerta del Sol, mayo), el movimiento ciudadano que surgió de esa gran reunión de gente rebelándose contra la situación social —señalando y denunciando a los responsables con nombre y apellidos, fueran del partido que fueran—, el movimiento que fue conocido desde entonces como 15M, fue enseguida diversificándose en diferentes asambleas, constituyendo un tejido de grupos de trabajo asambleario muy extenso y variado del que surgieron las conocidas como Mareas, Plataformas contra la Privatización, contra los desahucios, tribunales de Justicia Ciudadana, etc..., constituido y participado principalmente por quincemayistas con diferentes puntos de vista sobre la evolución que debiera seguir el 15M. Y también desde el principio, desde ese mismo 15 de mayo de 2011, los integrantes del movimiento allí presentes, que pertenecían o no a otros partidos, vieron con mayor o menor urgencia necesidades diferentes para la extensión e influencia del movimiento en la política española. Partíamos desde ese momento (o "nos habíamos dotado de", como dicen los izquierdistas) de modos y maneras muy concretos de hacer política: la asamblea, el consenso, el inclusivismo y los proyectos de estudio político, denuncia y acción inmediata. Y desde entonces hubo quienes vieron la necesidad de integrarse en otros partidos (con mayor o menor urgencia) o, incluso, formar un propio partido (es de suponer que también habría quienes desde el principio sólo tenían ese objetivo). Por respeto a la diversidad del movimiento no se formó un partido con las siglas del 15M, aunque hubo quien lo propuso, pero no hubo ni sombra de consenso al respecto.

 

Muchos de los ajenos al movimiento que atónitos veían las asambleas que se siguieron por todas partes y la pujanza del movimiento, pensaron que porque ya no se nos veía en las calles dando batalla y bullanga acabaríamos extinguiéndonos, implotando. Si repasáramos la hemeroteca de aquellos momentos veríamos el escepticismo de políticos y personas, muy especialmente de los que debían haber tomado nota de la fuerza y la proliferación de quincemayistas y de sus denuncias y planes de acción crítica. Recuerdo el ninguneo con que nos calificaba el político Ángel Pérez, de IU de toda la vida (y para toda la vida, parece), y los calificativos de otros políticos muy señalados, que nos tildaban de apolíticos, buenistas, folclóricos, etc. En un artículo que publiqué en Crónica Popular, julio de 2013 (15M: INFLUIR O CONFLUIR), dividía entonces el movimiento en dos tendencias que me parecían y me siguen pareciendo esenciales y muy definitorias entre los que tenían necesidad e intención de confluir con partidos afines (urgentemente ya por entonces), y los que, como yo mismo, pensábamos que el movimiento tenía que seguir en la tendencia influyente, no confluyente.

 

Tanto la gestación de Podemos como la de Ganemos Madrid, ha venido de miembros quincemayistas que creen en la confluencia, incluso en el protagonismo representativo de líderes, muy legítimo, por otra parte. Sin embargo, los llamados "influyentes" ven, vemos, con respeto pero con atención transparente la aparición de los partidos y plataformas o submovimientos quincemayistas, o que contienen la idiosincrasia quincemayista esencial, porque las características atávicas de la política representativa que queremos superar pesan demasiado en la forma de hacer las cosas, y nosotros creemos mucho en el modo y las formas de hacer política, más desde luego que los promotores que propugnan nuevos partidos, porque tienden a relajar mucho estos aspectos esenciales, en orden, dicen, a la eficacia en la consecución de objetivos, olvidando, sólo en orden a la eficacia, dicen, la intención y atención fundamental en la participación general. Los influyentes creemos mucho en las formas transparentes y modos asamblearios y de consenso, en el control y en la alternancia natural, y creemos muy poco o nada en los líderes. Los líderes tienen querencia a escuchar y debatir sólo a otros líderes, los líderes acaban encerrándose en una cúpula opaca e inaccesible, siempre, aseguran, en orden a la eficacia en el cumplimiento del mandato.

 

Según mi opinión, una vez que los quincemayistas confluyentes tomaron posición en IU, EQUO, Izquierda Anticapitalista, etc., o en Podemos, la aparición municipalista de Ganemos Madrid quedó un tanto dependiente de esos miembros quincemayistas ya repartidos en los partidos, corriendo el riesgo evidente de ser "empoderada" por ellos y quedar sin personalidad propia ni objetivos precisos, convirtiendo sus objetivos en pactos y compartiendo su personalidad, en una especie de afluente de la confluencia. Mi opinión personal es que Podemos utilizará Ganemos Madrid para seguir haciendo su política sin arriesgar el nombre y prestigio de la marca "Podemos", porque lo que verdaderamente quieren conseguir, muy legítimamente, es la regiduría política general española y no tanto la municipal o autonómica, que bien pueden influirla (no quiero decir manejarla ni manipularla) sin arriesgar nada. IU piensa esto mismo también y se opondrá al empoderamiento de Ganemos por parte de Podemos, tratando de empoderarla ella misma. Por eso me parece que o hay algo de residual y débil en el grupo promotor de MUNICIPALIA, Ganemos Madrid, o, y ahí está la duda más importante, ya se gestó con la intención de derivarlo desde y hacia Podemos. La política es una cosa con complejidades específicas que se repiten una y otra vez a lo largo del tiempo y de la historia de los movimientos políticos. Esa frase de Maquiavelo sobre el fin y los medios está presente siempre en la política de hoy, como lo estuvo en la de ayer.


Y si por encima del procedimiento, en orden a la eficacia, está el superobjetivo de echar a los políticos de la derecha de las instituciones municipales, cuando se logre, que parece muy probable que así sea, lo celebraremos y enseguida, el mismo día de después, tendremos que estar muy atentos a los modos y formas con las que se cumplen los mandatos populares y no se siga sirviendo de que el fin justifica los medios para conseguirlo.
 

  

 

 

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