Una
revisión del ascenso y caída del Estado del Bienestar.
Por:
Asbjorn Wahl.
Traducción de Enrique Prudencio para
Zonaizquierda.org
El ascenso y caída del estado del bienestar, del socialista noruego
Asbjorn Wahl, nos brinda la oportunidad de observar de cerca este
concepto. Wahl rebate la ilusión según la cual existe algo así como un
modelo de estado de bienestar que puede actuar como puente entre el
capitalismo y el socialismo. El ascenso desenfrenado del capitalismo en
las últimas tres décadas ha provocado la destrucción de los servicios
sociales y el fin de la solidaridad. Pero Wahl no mira al pasado con
nostalgia. En vez de eso, realiza una crítica exenta de sentimentalismo
y pide directamente a los grupos sociales y sindicatos que presenten una
alternativa política y social para sacar a la izquierda del actual
estado de impotencia.
Wahl afirma que el estado del bienestar no nació de la buena voluntad de
los ricos. Los éxitos sociales conseguidos en el período posterior a
Segunda Guerra Mundial en vivienda, educación, sanidad y seguridad
social, se produjeron como consecuencia de la combatividad de los
sindicatos y del miedo de parte de los ricos a que sus políticas
antisociales inclinaran a las clases trabajadoras hacia el comunismo.
Por lo tanto, el estado del bienestar era una especie de compromiso
inestable consecuencia de una situación particular en un momento
concreto de la historia. Se mejoraban las condiciones de la clase
trabajadora, mientras los ricos seguían manteniendo el control de los
recursos industriales y la producción.
Estos compromisos tácitos limitados, que forman la base del estado del
bienestar explican, según el autor, la relativa facilidad con que
comenzó la revolución neoliberal en la década de 1980. Wahl rebate la
visión, mantenida por los líderes de la izquierda, de que la
globalización es inevitable. Dice que no es una ley de la naturaleza ni
una erupción volcánica. La globalización favorece a los financieros
cuyos intereses son servidos eliminando las limitaciones a las
transferencias de capital.
Intereses similares son servidos mediante la privatización de las
empresas públicas y servicios públicos esenciales. Esto se suele
presentar como una solución a su ineficiencia y disfuncionalidad. Wahl
explica en detalle cómo funciona: primero, se restringen radicalmente
los fondos al servicio público de que se trate para que se deterioren el
servicio y las condiciones generales del mismo, con lo cual se crea en
el público un estado de malestar, que permita “colarle” una reforma
radical. Después se avanzan diversas soluciones que llevan gradualmente
el servicio en dirección de la privatización. Finalmente, se completa el
proceso poniendo el servicio en manos de empresas privadas. La fuerza
masiva del capitalismo financiero empuja a la privatización, tomando el
control del debate público. Wahl subraya un ángulo muy importante al
respecto: en el pasado, las grandes empresas buscaban nuevos mercados en
el tercer mundo. Hoy, atacan los mercados locales, el tratamiento del
agua, la recogida de basuras, el transporte y los medios de comunicación
y los transforma en mercados lucrativos, mientras destruye la igualdad
social y la solidaridad.
En el capítulo relacionado con la brutalidad del trato en el centro de
trabajo, Wahl describe el fenómeno del “dumping social”, producido por
el empleo de trabajadores extranjeros con salarios muy bajos. Tan pronto
como el gobierno elimina las restricciones sobre las transferencias de
capital y permite trasladar la producción a países con salarios más
bajos, donde los trabadores no están organizados, neutralizando la
influencia de los sindicatos locales.
Adicionalmente, se discute ampliamente el programa de “Workfare” llamado
“Wisconsin” en Israel, que ofrece situar a los empleados en el mercado
de trabajo. En la práctica, afirma Wahl, el programa incrementa los
costes, mientras que muchos de los que vuelven al trabajo siguen siendo
pobres. “Workfare” está basado en la visión liberal de que el “Homo
Economicus” está motivado por su propio lucro. Esta es una visión
mecánica y reaccionaria de la naturaleza humana que está en oposición
directa a los principios que formaron la base del movimiento obrero.
Wahl, activista desde hace mucho tiempo del movimiento obrero noruego y
europeo es muy crítico con el liderazgo de la izquierda política y de
los sindicatos. Afirma que están atrapados en una percepción de estar en
sociedad con los ricos. Esta es la razón por la que fueron
tomados completamente por sorpresa cuando la revolución neoliberal se
volvió contra ellos. En lugar de defender los logros del estado del
bienestar, aceptaron la ideología neoliberal como si fuese alguna
especie de fuerza histórica imparable.
Wahl destaca el hecho, a veces olvidado por el movimiento obrero, de que
el estado del bienestar nunca ha sido un objetivo en sí mismo. El
objetivo, tal como está definido en los programas de los sindicatos y en
los manifiestos de los comunistas, socialistas y socialdemócratas era,
de hecho, el socialismo. Los conflictos y desacuerdos entre partidos y
diversas fuerzas siempre se referían a la cuestión de cómo conseguir el
estado socialista.
El compromiso que dio lugar al estado del bienestar lo define Wahl como
un regateo entre clases, del que los trabajadores obtuvieron unas
mejoras significativas en su nivel de vida, a cambio de lo cual
renunciaron al objetivo del socialismo. La ideología subyacente a este
compromiso de clase trajo consigo la despolitización y domesticación de
la clase obrera. Al hacerlo, debilitó la determinación del movimiento
obrero para afrontar los siguientes ataques del capitalismo, como los
que están experimentando hoy día la clase obrera y la clase media en un
creciente número de países europeos.
Además de presentar al lector hechos e ideas importantes, el libro
ofrece un nuevo espíritu creativo y solidario. Wahl se une al creciente
número de voces que se dejan oír entre los sindicalistas, llamando a los
sindicatos a que abran las puertas a los grupos activistas que habían
sido excluidos en el pasado, como mujeres, minorías étnicas, inmigrantes
y ecologistas.
No obstante, Wahl va un paso más allá. En lugar de remontarse al viejo
estado del bienestar, sugiere la construcción de una fuerza social que
bloquee el ataque de los capitalistas de extrema derecha, establezca un
sistema de controles públicos y reconstruya los servicios esenciales
para las personas enfermas y socialmente más desfavorecidas. Las fuerzas
izquierdistas que están atrincheradas en el campo de batalla,
participando en el trabajo de base de los sindicatos que sean abiertos y
democráticos, y en otros movimientos sociales, son la clave del cambio.
El modelo de Wahl está basado en modos de cooperación de largo alcance,
no convencionales, con nuevas fuerzas sociales ajenas al movimiento
sindical.
Aquí hay un mensaje claro para el debate que se desarrolla actualmente
entre los activistas: no esperes a tener un consenso completo. No
accedas a hacer concesiones a la clase media a costa de abandonar los
problemas básicos de las clases más débiles. Los ricos y los líderes del
antiguo régimen no son “buena gente” no es solo que se hayan desviado de
su camino, sino que son los representantes de una clase cuyos intereses
son diametralmente opuestos a los de la gente común y en particular de
la clase obrera. Aquellos que sueñan con un estado del bienestar
democrático, que proporcione justicia social en igualdad para todos, no
la pueden encontrar anhelando el pasado, sino preparándose para una
nueva lucha de clases y trabajando para agrupar fuerzas que avancen
hacia un nuevo sistema.
Pasemos a un turno de preguntas y respuestas.
P: Cuál sería la mejor forma de describir tus convicciones políticas:
¿”Socialista”, “marxista independiente” u otra?
Yo me considero socialista.
P: ¿Cuántos años llevas de activista en el sindicato y que tarea
desempeñabas? ¿Cuál es tu situación exacta en el sindicato actualmente?
Yo era activista de mi sindicato local, primero (“Sindicato del Metal”)
pero después me hice editor de la revista del sindicato de ferroviarios
en 1983 (Estudié periodismo), trabajé durante tres años y medio en la
oficina central de la Federación de Trabajadores del Transporte en
Londres en la década de 1990 y he estado con el sindicato noruego de
empleados municipales y estatales desde 1997, así que casi 30 años a
tiempo completo con el movimiento sindical.
P. ¿Cuándo y porqué se involucró en la coalición por el estado del
bienestar? ¿Cuáles son las fuerzas, grupos y sindicatos que participan?
Yo estaba dedicado a organizar la Campaña por el estado del bienestar en
1998-99. Fue mi sindicato el que tomó la iniciativa, y junto con otros
cinco sindicatos nacionales (tanto de dentro como de fuera de la
Confederación Noruega de Sindicatos, configuramos formalmente esta
coalición en 1999. El motivo fue que la ofensiva general, internacional,
neoliberal también influyó en la situación política de Noruega
(incluyendo al partido socialdemócrata), comenzando la privatización y
desregulación de los servicios públicos del bienestar. La coalición se
formó con el fin de reforzar la oposición a esta política y desarrolla
políticas alternativas para modernizar y democratizar los servicios del
estado del bienestar. La mayoría de las organizaciones que forman la
coalición son sindicatos (tanto del sector público como privado), pero
también tenemos una organización de campesinos, una asociación de
jubilados, organizaciones de usuarios de los servicios públicos del
estado del bienestar, organizaciones de mujeres y algunas más (alrededor
de 25 organizaciones nacionales) e incluso algunas municipales.
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Fuente: http://www.challenge-mag.com/en/article__330
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