El fin de la tolerancia y el nuevo populismo
Por Marina Prentoulis y Lasse Thomassen*
Ilustraciones de O COLIS
Traducido por Enrique Prudencio para Zonaizquierda.org
Se habla del crecimiento de los grupos marginales “euroescépticos”, con
máscaras de diferentes ideologías, pero agazapados detrás de la única
etiqueta del populismo reaccionario. Marina Prentoulis y Lasse Thomassen
instan a la izquierda a mostrar su nueva cara tras las elecciones al
parlamento europeo.
Las reflexiones sobre los resultados de las elecciones locales y
europeas de 2014 han subrayado claramente el surgimiento del populismo
de extrema derecha. Es evidente que se ha convertido en una fuerza
política a nivel nacional e internacional, pero eso no es todo. UKIP, el
Frente Nacional Francés y el Partido Popular Danés han declarado el fin
de la tolerancia hacia 'los otros'. Y los otros son tanto los migrantes
y solicitantes de asilo que invaden "nuestro" espacio, como las élites
escondidas en Bruselas y Estrasburgo gobernando sin "nuestro"
consentimiento.
Ya sean otras etnias o élites políticas y culturales que
no son parte del "nosotros", nuestra intolerancia con ellos se promueve
como algo natural. Vistos desde la corriente principal de la sociedad o
desde la izquierda, estos partidos capitalizan la ansiedad que
experimentan dentro de sus comunidades cada vez más sujetas a la
diversidad social interna y el control económico externo. Aunque el UKIP,
y otros se presentan como rebeldes contra la "política del sistema', no
son sino su descendencia monstruosa. Estas son las mismas políticas
que han permitido la responsabilidad democrática y la participación
ciudadana para tomar el asiento de atrás cuando los intereses
neoliberales dominaron Europa. Los viejos partidos están claramente en
crisis y perdiendo terreno electoral a favor de los nuevos partidos, de
derecha, centro e izquierda. Los políticos preocupados por los partidos
mayoritarios están pidiendo reuniones para abordar el problema. En sus
mentes, el reto, sin duda, tiene poco que ver con ellos y las políticas
neoliberales que se han estado respaldando. Es un reto que, desde hace
algún tiempo, ha sido despectivamente desdeñado como 'populista', una
descripción que se atribuye a la ignorancia y los temores de los
"pueblos" de Europa.
Superar las divisiones
El éxito de la izquierda radical ha recibido
menos atención, pero ha habido un progreso constante hacia un discurso
"populista" alternativo. Al igual que el populismo de la extrema
derecha, la narrativa de estos grupos también es intolerante con las
élites políticas actuales, y actúa en nombre de los pueblos de Europa.
Los políticos convencionales (la casta) actualmente clasifican a la
extrema derecha y a la izquierda con la misma etiqueta: los “euroescépticos”.
Sin embargo, el nuevo populismo de izquierda que está ganando terreno
poco a poco en toda Europa hunde sus raíces en diferentes legados
históricos e ideológicos y persigue una visión muy diferente a la más
difundida de la extrema derecha. Con independencia del éxito que consiga
cada una, una cosa es segura: una gran parte de la política tradicional
de los nuevos partidos, coaliciones y movimientos que se están
desarrollando en toda Europa afirma que hay que acabar con la política
tradicional.
En el sur tenemos a Syriza en Grecia (26% de los votos en las elecciones
de la UE); Izquierda Unida (9,9%) y Podemos (7,9%), en España; el
Movimiento Cinco Estrellas (21,2%) y L'Altra Europa con Tsipras en
Italia (4,3%). Al norte: Die Linke (7,4%) y Front de Gauche (6,3%) en
Alemania y Francia, respectivamente. Las movilizaciones populares que han
seguido a la crisis económica en el sur de Europa contienen un nuevo
discurso anti-político atacando las actitudes y la carencia de
representación política. Los indignados españoles y los aganaktismenoi
griegos ensayan la democracia directa y participativa a través de
asambleas populares. En Italia, el Movimiento Cinco Estrellas pone en
juego a los apolíticos y anti-sistema. Incluso en el Reino Unido, la
lógica política y económica neoliberal ha sido atacada por el movimiento Occupy y grupos en campañas contra la austeridad. Aunque estas protestas
han abandonado las calles, sus motivos siguen vivos en la mente de los
pueblos europeos. Las organizaciones políticas de la izquierda están
tratando de canalizar la indignación en todos los niveles desde el local
al supranacional. En el sur de Europa, sobre todo, la izquierda ha
tenido que replantear sus definiciones de "partido" y colaborar con
redes de base que se extienden más allá de los límites tradicionales.
Una izquierda que estaba dividida, se está uniendo para formar una
coalición de organizaciones políticas que abarcan todo el espectro de
los ideales socialistas. Syriza en Grecia destacó no sólo la importancia
de la política electoral, sino también la creación de redes de
solidaridad basadas en ideologías y movimientos sociales afines. El
partido Izquierda Unida de España ha dejado de lado los temas fetiche
para declararse como vehículo para el cambio social que viene desde
abajo, ante la gran sorpresa de Podemos en las elecciones europeas.
Podemos, es un no-partido derivado de la movilización de los indignados.
En Italia se están formando nuevas coaliciones de partidos, como
Sinistra Ecología y Liberta. En Francia, el Partido de Gauche se está
ampliando para convertirse en la coalición electoral Front de Gauche.
Dos formas de populismo, dos formas de rechazo al sistema: una desde la
derecha o extrema derecha, otra desde la izquierda. Mientras que la
extrema derecha ha abrazado la etiqueta de populista, la izquierda se
muestra escéptica. Los dos no pueden compartir el mismo tipo de
populismo, pero sería peligroso ceder la denominación a la derecha.
Cuando se habla en nombre del pueblo como la nación étnica, la izquierda
debe articular una idea colectiva diferente. ¿Qué significan "el pueblo"
para la izquierda? ¿Qué es lo opuesto al pueblo? Cuando la extrema
derecha es intolerante con la diferencia, la izquierda debe ser
tolerante; donde la extrema derecha es reaccionaria y regresiva, la
izquierda debe ser progresiva; y cuando la extrema derecha se queja de
las personas que gobiernan, la izquierda debe quejarse del sistema
político. Cambiar de Cameron a Miliband y a Farage no hace que el
sistema político sea más inclusivo y participativo. Aquí es donde las
nuevas formas alternativas de la política de izquierda pueden llevar a
cabo un cambio real. La izquierda no debe ceder la voz populista a la
derecha, sino monopolizarla. No debe hacerlo mediante el miedo al otro,
o el miedo al cambio, sino en nombre del pueblo y en contra de las
élites políticas y económicas. La izquierda debe abrazar el progreso:
las cosas no deben ser precisamente lo que solían ser. Al igual que el
populismo, la tolerancia no es una idea unívoca. A medida que el "fin de
la tolerancia" gana terreno, el populismo de izquierda tiene un doble
objetivo. En primer lugar, permanecer firme en contra del populismo de
extrema derecha. En segundo lugar, acabar con el mito de que la política
debe continuar como siempre lo ha hecho. La gente exige ser escuchada y
que se tomen en serio su ansiedad y sus quejas. Una nueva izquierda está
tomando forma, una que ha estado con esta gente protestando en las
calles de Europa.
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* Marina Prentoulis da conferencias en Medios de Comunicación y en la
Escuela de Ciencias Políticas, Sociales y Estudios Internacionales de la
Universidad de East Anglia. Lasse Thomassen es profesora titular
de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Queen Mary de
Londres.
Fuente:
http://europe.redpepper.org.uk/the-end-of-tolerance-and-the-new-populism/