Venezuela-EEUU, ¿quién está amenazando a quién?

 

Por Ted Snider

Ilustración de O COLIS

Traducción de Enrique Prudencio para Zonaizquierda.org

 
15 de marzo 2015

El Washington oficial, hace oídos sordos a las denuncias del Gobierno Venezolano sobre la preparación por EEUU de un golpe de Estado contra Venezuela, mientras EEUU acusa a Venezuela de representar una "extraordinaria amenaza" para su seguridad nacional, según Obama.

El 9 de marzo, el presidente Barack Obama firmó una orden ejecutiva "declarando emergencia nacional con respecto a la amenaza inusitada y extraordinaria a la seguridad nacional y su política exterior". Por ridículo que suene (Venezuela amenazando Estados Unidos), se necesita una declaración para iniciar un programa de sanciones contra Venezuela, un proceso que EEUU emprendió con contra Irán y Siria. Pero al menos en aquellos casos EEUU denunciaba (aunque falsamente) que Irán y Siria eran dos estados con programas de desarrollo de armas de destrucción masiva.

La acusación a Venezuela de ser una amenaza para la seguridad de EEUU es como la de Ronald Reagan contra Nicaragua en la década de 1980: Nicaragua era una “amenaza para la seguridad nacional estadounidense porque está  "a sólo a dos días en coche de Harlingen, Texas”.

Lo que dice Obama ya resulta absurdo si sólo tenemos en cuenta la primera parte de esta conjunción: que Venezuela es una "extraordinaria amenaza a la seguridad nacional". Por supuesto que no lo es. Pero la afirmación de Obama es correcta si se incluye la segunda mitad de la conjunción: que Venezuela es una "extraordinaria amenaza a... la política exterior de EEUU" porque Venezuela es una amenaza en sí misma, si conocemos la política exterior estadounidense, es decir: mantener la hegemonía de EUUU sobre todo en América Latina.


Durante generaciones, EEUU simplemente no ha tolerado las amenazas a su hegemonía, sobre todo en su hemisferio. Y como aliada de Cuba, Venezuela puede dar fe: EEUU rechaza la existencia de sistemas políticos y económicos alternativos que puedan hacerle la competencia al modelo estadounidense preferido para América Latina, en el que se concede a las empresas estadounidenses absoluta libertad para disponer soberanamente de los recursos de toda Latinoamérica.


El "Ejemplo contagioso" según Noam Chomsky era la acusación a Cuba de ser una amenaza para Estados Unidos. Por lo tanto, los planes de EEUU de invadir Cuba y derrocar al régimen de la isla, emergió rápidamente a finales de 1950, apelando al comunismo y su conexión rusa. Ninguna de esas amenazas habían surgido todavía, pues tanto la Cuba de Castro, como la Venezuela de Chávez y Maduro, mostraban un modelo de desarrollo alternativo al ruso.

Según Chomsky, "Fidel Castro consiguió un éxito sobre EEUU desafiando su hegemonía en América Latina". El miedo era que el ejemplo cubano pudiera inspirar a otros países de latinoamerica para librarse del yugo del tío Sam.

Para proteger su hegemonía, EEUU necesita eliminar cualquier "alternativa viable". La alternativa “intolerable" es un gobierno de un estado soberano decidido a controlar sus propios recursos y mercados ".

Esta definición se aplica a la Cuba de Castro y al experimento de Venezuela en la democracia participativa con el reparto de la riqueza petrolera del país entre todos sus ciudadanos eliminando la pobreza, el hambre, el analfabetismo y las enfermedades.


El gobierno de Estados Unidos considera este tipo de nacionalismo democrático como un desafío peligroso al modelo de "libre mercado" preferido por Washington. Los líderes verdaderamente democráticos están obligados a hacer lo que la mayoría de su gente quiere. Y, otorgado el poder de elegir, la gente va a optar por mantener los recursos naturales de su nación en manos de su nación.

El peligro del nacionalismo


Un líder democrático será también un nacionalista peligroso si decide nacionalizar esos recursos, poniéndolos a salvo del control de las corporaciones estadounidenses. Así que a los nacionalistas democráticos hay que eliminarlos.


Bajo Hugo Chávez, Venezuela nacionalizó la electricidad, las telecomunicaciones, el acero y –lo más importante– las industrias del petróleo y gas natural, que estaban en gran parte en manos de las corporaciones estadounidenses. Gran parte del dinero se empleó en alimentación, sanidad, educación y otros servicios esenciales para el pueblo de Venezuela.

Lo que Chávez llamó la Revolución Bolivariana también incluyó el suministro el combustible a precios inferiores a los del mercado a los ciudadanos de países amigos de Venezuela en Latinoamérica, lo que ha contribuido a la aparición de otros gobiernos “populistas” en la región. Así que el ejemplo venezolano, realmente contagioso, se convierte en "una amenaza extraordinaria" para la política exterior estadounidense en América Latina, al ofrecer una alternativa viable para el desarrollo regional.

Por supuesto que el gobierno de Obama no justifica sus sanciones porque Venezuela haya disminuido la hegemonía estadounidense sobre toda la región. El portavoz de la Casa Blanca Josh Earnest subrayó el ángulo de los "derechos humanos": "Estamos profundamente preocupados por la intimidación del gobierno sus opositores políticos."

A pesar de que esas afirmaciones acerca de la intimidación política han sido magnificadas ad infinitum por el sistema megafónico de la propaganda de EEUU, no nos extraña que Venezuela vigile a sus opositores políticos, cuando todo indica que se está organizando un golpe de estado contra el gobierno democráticamente elegido.

Pero incluso la preocupación del gobierno legítimo por un atentado contra la constitucionalidad "para cambiar el régimen" puede ser visto como una amenaza para la política exterior estadounidense, porque el objetivo de Washington durante los últimos 13 años ha sido eliminar los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, de una manera u otra.

Naturalmente, el gobierno de Estados Unidos y los medios de comunicación gubernamental corporativos estadounidenses rechazan la sugerencia de que el golpe de Estado estaba a la vista. Esa declaración provocó un carraspeo raro de incredulidad por parte de al menos un miembro de la prensa de Washington, el corresponsal de Associated Press Matthew Lee, quien dijo: "Lo siento. Los EEUU tienen una práctica de larga data de no promover… ¿Qué has dicho? ¿Cómo es que desde hace mucho tiempo? Dime que en América Latina, no es una práctica de larga data ".

Earnest y Psaki han establecido que el gobierno financió a líderes y organizaciones estadounidenses que preparaban un golpe de Estado contra el presidente Chávez en 2002. Una investigación realizada por un observador del Reino Unido cita funcionarios de la Organización de Estados Americanos y otras fuentes diplomáticas diciendo que el gobierno de Estados Unidos no sólo era consciente del golpe, sino que lo aprobó.


Algunos de los líderes del golpe visitaron Washington durante varios meses antes del golpe de Estado, incluyendo a Pedro Carmona, quien se convirtió en cabeza del golpe de Estado, y el vicealmirante Carlos Molina, quien dijo: "sabiámos que estábamos actuando con el apoyo de Estados Unidos."


¿Quién está amenazando a quién?


Pues resulta que es Venezuela, no EEUU, la que considera a la otra parte una amenaza extraordinaria a su seguridad nacional. Y esa amenaza no se ha detenido. El gobierno de Estados Unidos está financiando a grupos golpistas de la oposición en Venezuela. Según el economista y escritor Marc Weisbrot, los fondos de Estados Unidos entregados a esos grupos en Venezuela desde el año 2000 alcanzan los $90 millones.

Esa intromisión no se detuvo después de la elección del Presidente Obama a pesar de que éste prometió romper con las políticas intervencionistas de George W. Bush. Sin embargo ha habido más continuidad que cambio en la manera imperiosa que el gobierno estadounidense se ocupa de América Latina.


En 2009, en Honduras, el presidente democráticamente elegido Manuel Zelaya fue derrocado pr un golpe de Estado que estaba disfrazado de procedimiento constitucional, una maniobra que fue apoyada por la secretaria de Estado Hillary Clinton.


Tras el derrocamiento de Zelaya, el gobierno de Obama reconoció al régimen golpista pese a las objeciones de los gobiernos latinoamericanos y organizaciones internacionales. El gobierno norteamericano nunca apoyó al derrocado, nunca retiró al embajador de Estados Unidos, y ni siquiera lo llamó oficialmente golpe de Estado.

Pero los diplomáticos estadounidenses reconocen en privado que la destitución de Zelaya fue un golpe de Estado, según cables diplomáticos de la embajada en Honduras que fueron algunos de los documentos del gobierno de Estados Unidos publicados por WikiLeaks: "No hay duda de que los militares, la Corte Suprema y el Congreso Nacional conspiraron el 28 de junio [de 2009], en lo que constituyó un golpe de Estado ilegal e inconstitucional", dijo un cable de la Embajada.

Del mismo modo, en Paraguay, cuando el presidente Fernando Lugo fue expulsado del poder en 2012, el gobierno de Obama coloboró de nuevo con los golpistas, al negarse a llamar golpe al golpe aunque diplomáticos estadounidenses sabían que lo era.


Otro cable de la Embajada de Estados Unidos, publicado por WikiLeaks, informó de que los políticos de derecha opositores de Lugo habían fijado como meta "Aprovechar cualquier traspiés de Lugo" y "acusar a Lugo del golpe para asegurarse su propia supremacía política". El cable señalaba que para lograr su meta, estaban listos para iniciar "legalmente" el juicio político de Lugo "aunque por motivos espurios".

Una vez más, el gobierno de Obama accedió en este golpe de estado ilegal disfrazado de procedimiento constitucional.


¿Otro golpe de estado?


Ahora, el gobierno de Obama se burla de las afirmaciones de Maduro que se enfrentó a una tentativa de golpe el mes pasado que contaba con el respaldo de EEUU. El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, ha afirmado que los funcionarios de las embajadas canadienses y británicos también tenían vínculos con el fallido golpe de Estado. En respuesta, Maduro exigió a Estados Unidos reducir su personal de la embajada en un 80 por ciento.


Para respaldar su denuncia, los funcionarios venezolanos han aportado evidencias significativas, incluyendo la grabación de un comunicado que se publicaría después de que el gobierno de Maduro hubiera sido derrocado, confesiones de oficiales militares, y una conversación telefónica grabada entre líderes de la oposición discutiendo sobre el golpe de Estado.


Según funcionarios venezolanos, el día antes del golpe planeado, el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma y los líderes de la oposición Leopoldo López y María Corina Machado firmaron un Acuerdo Nacional de Transición, y se encontraron armas en la oficina del partido de la oposición.


Lucas Koerner de Venezuelanalysis.com añade que la aeronave que se utilizó como parte del fallido golpe de Estado era propiedad de la tristemente conocida empresa de mercenarios estadounidenses Academi (antes Blackwater). Y se ha informado de que un número de los golpistas obtuvo visados de la embajada estadounidense para facilitar la huida si fallaba el golpe.


El golpe planeado al parecer tenía muchos pasos. Uno era el de crear disturbios en las calles, con la crisis agravada por golpistas atacando manifestantes para causar pánico. Los planes eran un eco de un documento de junio de 2013 titulado "Plan Estratégico de Venezuela", que desplegó una estrategia para desestabilizar a Venezuela y allanar el camino para la eliminación de Maduro en 2013.


El plan fue elaborado por la Fundación del ex presidente colombiano Álvaro Uribe y la consultora estadounidense FTI Consulting, del Director de USAID para América Latina, y los líderes de la oposición venezolana, incluyendo a María Corina Machado.


Eva Golinger citó el documento como alegación contra "el deterioro acelerado del gobierno, lo que facilita una victoria de la oposición en las elecciones de diciembre 2013, pero si se puede hacer antes, sería aún mejor." Golinger cita como objetivo del plan para "crear situaciones de crisis en las calles que faciliten la intervención de Estados Unidos, así como las fuerzas de la OTAN, con el apoyo del gobierno colombiano".


Dada la historia de las intervenciones de EEUU en Venezuela y el resto de América Latina, la afirmación de Obama de que Venezuela es una "extraordinaria amenaza" para la seguridad de Estados Unidos es de hecho una broma macabra. A menos que la amenaza a la que Obama se esté refiriendo es la extraordinaria aparición de un país latinoamericano tratando de detener una amenaza de Estados Unidos.

 

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Fuente: https://consortiumnews.com/2015/03/14/in-venezuela-whos-threatening-whom/

 

  

 

 

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