El poder neoliberal: sus orígenes y su victoria
Texto extractado
del artículo más extenso "El
estado del contrapoder".
Por: Hilary Wainwright
*
Ilustración de
O COLIS
Traducción de Enrique Prudencio para Zonaizquierda.org
La “Breve historia del neoliberalismo”
de David Harvey ofrece un resumen
excelente de la ruptura del consenso de posguerra y la victoria del
neoliberalismo. Las reverberaciones de estas dinámicas de la década de
1970 son evidentes, pero no necesariamente de la manera que sus
protagonistas habrían previsto. Harvey tiene en cuenta la desigualdad
histórica y geográfica en la propagación de los regímenes neoliberales,
que van desde el golpe militar respaldado por Estados Unidos en Chile y
el de Videla en Argentina, a Thatcher y Reagan en el Reino Unido y
EEUU.
Se documenta la naturaleza de la crisis de acumulación que atiende a las
demandas empresariales de medidas radicales para recuperar la
rentabilidad de los activos de la cúspide del 1% de la pirámide, que
estaban cerca del 40% y cayeron al 20% en 1975. Harvey está de acuerdo
con Gerard Dumenil y Dominique Levy, que después de la reconstrucción
cuidadosa de los datos concluyeron que la
“neoliberalización fue desde
el mismo principio un proyecto para lograr la restauración del poder de
clase”.
Sobre esta base, Harvey establece la voluntad de clase de la economía
neoliberal. Luego pasa a explicar sus posibilidades políticas.
Describe cómo los procesos de globalización y la financiarización han
desestabilizado el consenso de posguerra y producido la crisis de
estanflación, para la cual no tiene respuesta la economía keynesiana.
Entonces examina los intentos, a través de Europa y los EEUU, de
profundizar en el control y la regulación de la economía por parte del
Estado a través de diversos tipos de corporativismo. Los partidos
comunistas y socialistas ganaban terreno, a pesar de la moderación de
sus líderes.
Las élites gobernantes, dice Harvey, tenían que cambiar drásticamente el
orden político-social para proteger sus intereses económicos y
políticos. Desde su punto de vista, el Estado tenía que ser reformado
para reforzarse e instaurar las condiciones necesarias para la
acumulación del capital. El golpe de Estado en Chile y el golpe militar
en Argentina proporcionaron el modelo, con sus élites gobernando sus
países y los inversionistas extranjeros entusiasmados con estos
experimentos neoliberales. Como Harvey observa:
“los efectos
redistributivos y la creciente desigualdad social han sido de hecho una
característica persistente de la neoliberalización, por lo que pueden
ser considerados como estructurales a efectos del proyecto en su
conjunto”.
Como también era estructural el logro del progreso conseguido por la
clase obrera mediante el consenso socio-político de la posguerra, sobre
cuyo “exceso de democracia” advertía dramáticamente la Comisión
Trilateral. En Chile y todo el sur —con un “poquito” de ayuda del FMI—
los vínculos de solidaridad y la acción colectiva mediante los cuales la
gente había ejercido presión sobre los Estados y los negocios fueron
destruidos con brutal violencia. La revolución neoliberal en los EEUU
y el Reino Unido logró una redistribución equivalente a través de medios
formalmente democráticos, aunque con gran brutalidad institucional
contra la esencia de la democracia.
El poder neoliberal.
Medios y tensiones en su reproducción
A pesar de su aparente éxito, en la naturaleza del poder neoliberal
existen tensiones que lo hacen vulnerable a la resistencia y las
alternativas democráticas. En palabras de Harvey “la creciente brecha
entre la retórica del beneficio para todo el mundo y la realidad del
beneficio para la clase dominante, resulta ya muy visible. La idea de
que el libre mercado garantiza la competencia y la imparcialidad resulta
cada vez más negada
por el hecho de la extraordinaria monopolización, centralización e
internacionalización del poder corporativo y financiero”.
La naturaleza
profundamente antidemocrática, cada vez más groseramente desigual e
injusta del neoliberalismo ya se ha convertido en el foco principal de
la lucha popular. La marcha triunfal del neoliberalismo tiene una
ambivalencia que significa que no solo tenemos la base para la crítica,
sino también los recursos para una alternativa transformadora.
Así que
¿cómo se explica la capacidad del orden dominante para restablecer el
orden, su orden, después de las revueltas que expresan claramente
opiniones ampliamente compartidas? ¿Por qué procesos continúa gobernando
las instituciones una élite que se beneficia de la desigualdad y la
injusticia?
Yo sugiero que la hegemonía del neoliberalismo no implica simplemente un
ejercicio de poder como dominación, sino una apropiación del poder con
capacidad transformadora, por lo que se ha convertido en una fuerza
activa, que reproduce el poder capitalista. El carácter innovador del
capitalismo impulsado por el crédito en los años 1980 y 90, se basó en
la creatividad caótica y el cultivo experimental recalcitrante de los
movimientos de la década de 1960 y 70. Gran parte de la innovación
involucrada en esta renovación provenía de fuentes externas a la
sociedad y al Estado, y tuvo sus orígenes en la cultura rebelde
“alternativa”
de bastantes años atrás.
Esta dinámica de renovación con sus raíces en la rebelión ha sido
evidente, por ejemplo, en la forma en que la gestión empresarial ha
respondido a la resistencia generalizada y persistente de los discípulos
de la línea de producción fordista. Esto no sólo ha implicado el ataque
a las organizaciones sindicales, sino también la creación de nuevas
estructuras y enfoques para hacer del conocimiento y la creatividad de
los trabajadores parte importante de una renovación del sistema de
producción capitalista.
Las rebeliones de las décadas de 1960 y 70 derrocaron supuestos
culturales de carácter fundamental
—en relación con el conocimiento, la
relación de lo individual y lo social, la naturaleza del trabajo—
que
produjeron lo que Raymon Williams llamó una nueva
“estructura del
sentimiento”. Williams utilizó este concepto para explicar cómo podemos
identificar los valores y las instituciones alternativas en formación.
Nos ayuda a entender la desafección que no resulta evidente en la
resistencia abierta o negativa, y que no implica la producción de
valores opuestos y totalmente articulados.
Es una frase deliberadamente contradictoria para transmitir la noción de
la existencia de un patrón recurrente a través de esferas sociales y
formas culturales: por tanto, una estructura. Pero la estructura no es
de pensamientos articulados, acabados, sino que se encuentra en los
procesos de creación de
“significados y valores activamente vividos y
sentidos”
—resumidos en el concepto de
‘sentimiento’, que combina la emoción, la intuición y el pensamiento.
Williams utiliza la palabra ‘sentimiento’ para subrayar la diferencia
con los conceptos más formales de ‘concepción del mundo’ o ‘ideología’.
Las rebeliones de los años 1960 y 70 produjeron justamente esas nuevas
estructuras de sentimiento, pero nunca produjeron nuevas totalidades
institucionales. Esta indeterminación institucional significó que las
transformaciones principalmente culturales de esos años eran
ambivalentes en el sentido literal de tener la posibilidad de generar
dos (o más) caminos, políticamente y económicamente. Williams reconoció este
fenómeno, admitiendo que las estructuras de sentimiento podrían ser
absorbidas e incorporadas a la formación social dominante
—a
veces, quisiera añadir, como una nueva fuente
‘externa’
de innovación y renovación.
Descifrar el código para entender este proceso de absorción, de
renovación, así como el destino de las
‘estructuras de sentimiento’
durante las largas secuelas de los años 1960 y 70, es fundamental para
comprender el funcionamiento del poder dominante hoy en día y las
palancas que hay que manejar y las oportunidades que existen para
transformar el poder estructuralmente. Pero necesitamos una herramienta
más para complementar las
‘estructuras de sentimiento’: un concepto
para resumir los cambios materiales y las fuerzas objetivas que
configuran el contexto institucional de estas estructuras. Por ejemplo, hemos visto cómo el gobierno neoliberal quebró
las instituciones del trabajo y el Estado democrático y social a través
del cual los movimientos sociales de los años 1960 y 70 ejercían presión
sobre los beneficios privados y los gastos públicos. Pero ¿cómo podemos
entender la forma en que la cultura de estos movimientos no sólo
desapareció, derrotada y reprimida, sino que resurgió en los patrones
del consumo, de las nuevas formas de trabajo informatizado y con un
espíritu empresarial difuso, incluyendo todo el desarrollo de la web, de
las nuevas aplicaciones culturales, comunicativas de esta nueva
tecnología?
Una sugerencia es que podrían ser las
‘estructuras de valores arraigados’, las que captaran cómo los cambios en la organización
económica y las instituciones pueden configurar de nuevo el significado
de los conceptos clave de la vida cotidiana
—por ejemplo la reducción
de
‘ciudadano’ a simple
‘elector’, de
‘persona’ a mero consumista y
‘deudor’; aplaudiendo o culpando al individuo aislado; socavando y
degradado las relaciones de solidaridad y de sociabilidad, y así
sucesivamente—.
Por lo tanto la idea de la
“estructura de valores
implícitos” nos ayuda a identificar cómo las relaciones económicas
mercantilizadas, la desregulación financiera y el gobierno por control
remoto (por objetivos, el control financiero centralizado, métodos
opacos de vigilancia a distancia) han puesto boca abajo o han marginado
un lenguaje expresivo —y
recordando así a las personas con valores, fundamentales para la
democracia social.
Gran parte de este lenguaje de la democracia social también había sido
cuestionado desde una dirección totalmente diferente a través de los
movimientos radicales de los 60 y 70, intentando profundizar la
democracia con el lenguaje, las ideas y los experimentos en
“participación popular”, el desarrollo de un
“individualismo social”
relaciones económicas de
“cooperación”, y la propiedad social más allá
del Estado. Sin embargo, habían sido incorporado suficientemente antes
de que el contraataque neoliberal rompiera sus conexiones con el poder
material, por lo que sus vulnerables dimensiones culturales eran
vulnerables a la absorción y la dilución.
Las relaciones de género constituyen un ejemplo particularmente complejo
de esta ambigüedad y más ahora en el contexto inestable de la crisis
financiera: muchas de sus críticas, al salario familiar, a las formas
paternalistas de la protección social, a las jerarquías de género en la
administración pública, se han venido apropiando y retorciendo para
favorecer la mercantilización; pero por otro lado, el feminismo aún
conserva un impulso emancipador integrado en los cambios materiales
reales de las relaciones entre hombres y mujeres, que podría servir de
base para la reivindicación de una visión igualitaria inconclusa del
movimiento de liberación de la mujer de 1970.
Desde el descontento difuso a las alternativas convincentes
Avanzando hasta situarnos en el momento actual,
hay pruebas crecientes de que las políticas neoliberales están perdiendo
legitimidad aceleradamente. Encuestas del Reino Unido muestran un apoyo
mayoritario a la renacionalización de los ferrocarriles y en contra de
la privatización de los servicios públicos. Se observan tendencias
similares en otros países de Europa. La conversión de tal desafección en
compromiso a favor de una alternativa, sin embargo, requiere por un lado
una desconexión más profunda del orden dominante por parte de la gente,
a la vez que una mayor participación práctica en la creación de
alternativas.
Un orden social consistente en escapar al rendimiento de cuentas y
burlar el control democrático, teniendo al mismo tiempo en contra las
voluntades de muchos que desean la democracia, es poco probable que
pueda mantenerse estable. Así, las formas opacas e indirectas del poder
típicas del gobierno neoliberal son simultáneamente fuente de
vulnerabilidad y dependencia, y caldo de cultivo del poder de subvertir
y transformar.
Consideremos, en primer lugar, la importancia del secreto institucional
para estas formas de poder. Se encuentra en creciente tensión con la
dependencia del sistema de la creatividad y el deseo de información de
las personas. Esto hace que crezca la demanda explosiva de apertura del
sistema y rendimiento de cuentas. Los movimientos alter-globalización,
por ejemplo, surgieron en gran parte como consecuencia de las demandas
de revelación del contenido secreto de la Organización Internacional de
Comercio y su exposición al escrutinio público en Seattle en 1999. La
reacción del sistema a revelación por Edward Snowden del espionaje
generalizado y el grado de apoyo popular a su denuncia, ilustra y pone
aún más de relieve la vulnerabilidad del orden dominante a las
revelaciones que saquen a la luz pública su carácter opaco y secreto.
La reivindicación de apertura y el deseo instintivo de compartir la
información y el conocimiento, han sido fundamentales para los recientes
movimientos de cambio. Wikileaks, por ejemplo, ha contribuido con sus
filtraciones a la primavera árabe, a la creación de los movimientos de
“cultura libre” y
“conocimiento libre”. Wikileaks y Anonymous,
entre otros, influencian y han sido influenciados, ambos, por los
indignados y Occupy. Desde el estilo de vida y la cultura al
desarrollo económico y el poder político, la franqueza y la
transparencia han sido sellos distintivos de las rebeliones modernas y
del espíritu y el legado de las décadas de 1960 y 70.
En segundo lugar, consideremos lo que hemos mencionado sobre cómo las
empresas tratan de aprovechar la creatividad que se expresa en la vida
cotidiana y cómo esto también crea fuentes de vulnerabilidad. Un buen
ejemplo se puede encontrar en la creciente importancia de la
“marca” o
“logo“, es decir, la forma en que las empresas tratan de proyectar un
significado cultural en sus productos que los hace deseables muy por
encima de su valor de uso.
Una vez más, esta dependencia implícita en los valores y la inteligencia
social de su cliente es de doble filo. Se convierte en un punto
vulnerable cuando los clientes deciden interrogar a la marca, señalando
sus incoherencias con el comportamiento del fabricante o desafiando su
reputación. Un ejemplo reciente y notablemente eficaz ha sido la acción
directa de UK Uncut. Estos activistas contra la austeridad han
emprendido la acción directa contra los evasores de impuestos de marcas
sensibles, tales como Starbucks y Boots, dramatizando al hacer
comparaciones con hospitales improvisados y bibliotecas, el hecho de que
si se recolectaran estos impuestos, no sería necesario recortar
servicios sociales. El impacto de sus acciones y su capacidad para
difundir sus argumentos a través de los medios de comunicación de masas
ha sido espectacular, poniendo en marcha un debate público y provocando
investigaciones parlamentarias en los casos de Starbucks, Google y
Amazon, empresas denunciadas por UK Uncut. Las partes implicadas se dan
cuenta ahora de que es necesario actuar contra la evasión fiscal.
De las estructuras del sentimiento a las alternativas materiales
El
legado de la creatividad crítica difusa que resumimos en la noción de
una nueva estructura del sentimiento, también ha alimentado la creación
de alternativas materiales. Una característica distintiva de los
movimientos de 2011, en especial en España, Grecia y Portugal, fue la
creación de organizaciones y proyectos productivos que ilustraban del
sentido práctico de los valores de solidaridad, igualdad, cooperación y
armonía con el medio ambiente, involucrando a las personas en la
creación de prácticas alternativas a la austeridad.
Tomemos por ejemplo la manifestación de 250.000 personas contra los
recortes que tuvo lugar en Barcelona en octubre de 2011. Al final, en
lugar de los mítines tradicionales en las acciones de protesta, los
manifestantes fueron recibidos por un jardín improvisado bajo el Arco
del Triunfo.
Los activistas por la soberanía alimentaria habían plantado hortalizas
en hileras bien distanciadas, listas para el cultivo a largo plazo. La
marcha en su conjunto estaba compuesta por varias capas autoorganizadas.
Hubo tres temas principales - todos aquellos en los que las alianzas
activas se habían unido: educación (banderas amarillas), salud (banderas
verdes) y vivienda (banderas rojas). La idea era que la manifestación
iba a terminar con asambleas para discutir nuevas medidas y alternativas
a los recortes y para poner fin a las privatizaciones. En términos más
generales, los movimientos que luchaban por las transformaciones
sociales a principios del siglo XXI - por ejemplo, por las energías
renovables en el marco del control democrático, la seguridad alimentaria
y la agricultura orgánica sostenible, por la cultura libre y el software
abierto – combinaban las protestas y las movilizaciones políticas con
alternativas prácticas y productivas. Estaban invariablemente
organizadas sobre la cooperación y los principios comunes. De hecho, el
profundo redescubrimiento de los bienes comunes por movimientos tan
diversos como los relacionados con el agua, la organización del
conocimiento, la producción de software, o por la tierra y los bosques,
era en sí mismo una manifestación de la amplitud de alternativas de
trabajo que la vida materialmente integra y permite que se vivan en una
sociedad democrática, y no con los valores neoliberales.
Estas tendencias no tienen necesariamente un impacto inmediato,
permanente, en la estructura del poder político dominante, pero
establecen las bases materiales para la incorporación de los valores de
la solidaridad, la justicia social, la cooperación y la democracia,
contra los del individualismo posesivo. Nuestro análisis del poder
neoliberal indica que dichas bases son una condición necesaria para
impugnar eficazmente el dominio neoliberal.
Un desafío crucial para el proyecto de construcción de un contrapoder al
neoliberalismo es que los movimientos de transformación hayan
incorporado con éxito los valores alternativos que les permitan crear
una organización política capaz de usar el poder del gobierno como
recurso para su transformación.
Es demasiado pronto para responder a esta pregunta con toda confianza.
Un hecho importante, sin embargo, ha sido la evolución de Syriza en
Grecia, de partido arraigado en los movimientos antiglobalización y
conformado por ellos, a principal partido de la oposición y probable
futuro gobierno. Esta afortunada circunstancia ofrece una experiencia
ejemplar sobre un enfoque de organización política cuyas estructuras y
prioridades se basan en la idea de que lo que
“es decisivo”, en palabras
de Andreas Karitzis, uno de los líderes de Syriza,
“es lo que se está
haciendo en los movimientos y la sociedad antes de la toma del poder. El
ochenta por ciento de cambio social no puede proceder del gobierno”.
En Grecia, el principio de incorporación de los valores de solidaridad
en alternativas materiales nace de la necesidad. Con el apoyo
práctico y financiero de Syriza, las redes de solidaridad
autogestionada
están realizando el suministro de alimentos, la atención médica y otras
necesidades esenciales. También están gestionando algunas de las redes
económicas que serían parte del modelo económico basado en las
necesidades de las cooperativas, que Syriza está promoviendo
políticamente.
Las presiones sobre este partido basado en los movimientos de base serán
enormes, de la UE y el FMI, por parte de los intereses que dominan el
corrupto Estado griego y de la derecha xenófoba populista neonazi. Pero
ilustra la posibilidad de que otros puedan aprender. Con su énfasis en
la creación de alternativas económicas y sociales de base, Syriza
propone un nuevo modelo de cambio social radical. Se trata de un modelo
en el que el cambio no se entiende principalmente como un evento, una
revolución o la llegada de la izquierda al gobierno, sino como un
proceso, a veces lento, en el que puede haber momentos de dramática de
ruptura, pero siempre sostenido por una construcción gradual del poder
transformador en la vida económica cotidiana. Tiene el potencial de
contrarrestar diariamente, aunque a distancia, el poder integrado en el
capitalismo neoliberal, de una manera que no podría hacerlo una
izquierda que se centrara exclusivamente en las instituciones.
Quiero agradecer a Steve Platt la edición excelente bajo presión, a Nick
Buxton sus útiles consejos y asesoramiento editorial. Mi forma de pensar
al respecto de lo aquí telegráficamente resumido, se basa en largas
conversaciones y debates con muchas personas y en particular con Marco
Berlinguer, Roy Bhaskar, Daniel Chávez, Fiona Dove, Robin Murray y
muchos más, que formarían una larga lista.
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Fuente: http://www.tni.org/sites/www.tni.org/files/download/state_of_counter_power.pdf