La tecnología producirá un cambio profundo, imparable en la industria y
la sociedad. Es vital que el gobierno comprenda este hecho y lo afronte
con una nueva estrategia industrial acorde con la nueva situación.
'Deloitte” afirma que la automatización ha eliminado ya 800.000 empleos
desde 2001 y que en el Reino Unido once millones de trabajadores tienen
una alta probabilidad de ser sustituidos por la robótica en la próxima
década.
Se espera que George Osborne (George Gideon Oliver Osborne es un
político británico del partido Conservador y miembro del parlamento del
Reino Unido), cuando anuncie en su presupuesto la próxima semana que los
camiones sin conductor serán probados en carreteras del Reino Unido. Al
hacerlo, anunciará la llegada de una nueva era de automatización que
tendrá un efecto dramático, profundo y extenso en las perspectivas
laborales de muchos millones de trabajadores británicos.
El Bank of América afirmó recientemente que los sistemas automatizados
realizarán casi la mitad del trabajos de manufactura dentro de una
generación, ahorrando unos asombrosos 9 billones de dólares en costes
laborales. Los efectos de este cambio tecnológico serán tan profundos y
de tan largo alcance como los de la primera revolución industrial.
La “primera secretaria de Estado en la Sombra en la sombra”, Angela
Eagle, presentará la respuesta de mi partido a las enormes turbulencias
sociales y económicas que estos acontecimientos marcarán, y creo que una
nueva estrategia industrial debería ser el núcleo de esa respuesta. Si
alguna vez hubo un tiempo para una política sostenida por nociones del
estado de empoderamiento que se repita ahora.
¿Podrán los robots guiados por los drones reemplazar a las personas que
recogen los residuos urbanos?
La pregunta que se nos plantea como nación es ¿cómo nos defendemos
contra estos enemigos que nos roban nuestro medio de vida? No podemos
dejarlo al albur del destino, como lo están haciendo el actual canciller
y sus colegas del Departamento de las Empresas. Demasiados altos
conservadores piensan que son impotentes para actuar
—envuelven su
impotencia en el libre mercado la libertad de económica y político, la
libre empresa y rezan a los dioses del paraíso del libre mercado—. Ellos
evitan la intervención del gobierno y del Estado, y rechazan la mayoría
de las nociones de una nueva estrategia industrial.
Deloitte, la firma de consultoría, ha afirmado que la automatización, a
cambio de un beneficio neto para la economía del Reino Unido, ha
eliminado 800.000 puestos de trabajo desde 2001. Nunca hemos visto tal
cambio en el paisaje del mercado de trabajo. Creo que las consecuencias
potenciales son tan grandes y perversas que debemos considerar la
automatización como el problema más urgente que enfrenta el país.
Entonces, ¿por qué no interviene el gobierno?
No hay ministerio para la nueva tecnología. No se ha creado ningún
comité especial del gabinete para encontrar soluciones. No existe una
comisión real para examinar y valorar el impacto económico que tendrán
los robots o los dilemas éticos que plantearán. ¿Dónde está la nueva
institución que reúne a los sindicatos, los empresarios y el gobierno
para establecer cómo se comparte equitativamente el tiempo liberado y la
riqueza creada por los robots?
Un robot que conduce un camión puede parecer peligroso, como pasó con un
carro sin caballo en 1890. Pero un coche sin conductor no se cansa, ni
bebe alcohol, ni tiene puntos ciegos. Las implicaciones políticas
planteadas por esta tecnología son casi infinitas. Las muertes en las
carreteras deberían reducirse. Esto conducirá a una mayor eficiencia en
nuestras redes de carreteras existentes, ya que los automóviles se
convierten en trenes personales, conduciendo cada vez más cerca de
nuestras autopistas; Habrá enormes mejoras en los plazos de entrega de
mercancías y una mayor competencia con el sector ferroviario. Pero
también significará un desalojo masivo de empleos en la industria del
transporte.
Sólo necesitamos mirar el pasado para entender la magnitud del cambio
que vendrá. La primera, la de la era del maquinismo desencadenó el
asombroso poder del capitalismo y cambió la sociedad para siempre.
Nuestras ciudades y megalópolis están moldeadas por la revolución
industrial. Nos trajo los ferrocarriles, que fueron duramente
combatidos por las comunidades rurales y poderosos terratenientes. Se
construyeron grandes ciudades, con sus ayuntamientos, bibliotecas,
galerías, museos, estatuas públicas y grandes plazas.
Urge que el gobierno investigue el impacto de los robots en la fuerza
laboral británica.
La ola del maquinismo y la industrialización creó gran riqueza,
filantropía y grandes avances en la condición humana. Pero también creó
una enorme agitación y una enorme miseria: el trabajo infantil;
enfermedades infecciosas; Lesiones laborales; Tugurios fétidos; Y la
mortalidad infantil. Se necesitó una amalgama de liderazgo municipal,
capitalismo benevolente y la fuerza colectiva de los trabajadores para
civilizar este nuevo panorama económico. Pero hubo enormes cambios en la
vida de millones de personas. En un momento se estaban desplegando más
soldados británicos para tratar con los llamados luditas (artesanos y
trabajadores manuales) que destrozaron la nueva maquinaria que para
luchar contra Napoleón.
Hoy en día, los sensores y actuadores, junto con los avances en
computación, memoria y capacidad de comunicación, están haciendo cada
producto más inteligente. Los resultados serán positivos para la vasta
masa de la población mundial, trayendo el conocimiento, las conexiones y
la elección del consumidor a miles de millones...
4 de
marzo de
2017
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Fuente: https://www.theguardian.com/commentisfree/2016/mar/08/robots-technology-industrial-strategy