¿Por qué no puede Europa resolver el problema del desempleo juvenil?
Por Jérôme E. Roos, de su página ZSpace.
Traducción: Enrique Prudencio para
Zonaizquierda.org
Desde hace ya años, los jóvenes de la endeudada periferia de Europa se
han enfrentado a un desempleo masivo. En Grecia y España, un 59 y 56%
respectivamente de los jóvenes se encuentran sin trabajo, mientras que
la tasa de desempleo en el conjunto de la UE es de un preocupante 24%,
frente al 22,5% del año pasado. Los “afortunados” están en las listas de
espera con un doctorado en el bolsillo. Los que se han visto obligados a
dejar detrás a sus familias y amigos para unirse al éxodo generacional
en dirección a Alemania o Angola ni siquiera aparecen en las
estadísticas.
En las últimas semanas, aunque tardíamente, los gobernantes europeos
parece que se han sentido muy interesados por el paro juvenil. Desde
Italia, el nuevo primer ministro Enrico Letta considera el desempleo
juvenil el mayor problema al que se enfrenta su país y pide a la UE un
plan para “combatir” el mismo. La Canciller alemana Ángela Merkel,
abanderada del movimiento europeo “austeritarista”, considera igualmente
que el desempleo juvenil es “el mayor desafío al que se enfrenta
Europa”. Mientras tanto, una nueva campaña de concienciación pide un
tanto ingenuamente que se estudie “qué es lo que está causando el
desempleo juvenil y cómo se puede solucionar”.
Aparte de la obvia hipocresía de estas preocupaciones – que salen de
labios de los mismos dirigentes cuya incesante insistencia en la
austeridad, las reformas neoliberales y el pago total de la deuda está
produciendo la crisis del desempleo, para empezar – esta simpatía recién
estrenada para con nuestra generación bisagra, es una suposición
peligrosa que sirve para reconstruir ideológicamente el desempleo
juvenil como un “problema” que de alguna manera se puede “resolver” con
una solución mágica o un plan director continental, sin abordar las
causas subyacentes a los recortes, la depresión y fundamentalmente el
insostenible peso de la deuda, y mucho menos sin contar con las
contradicciones internas del capitalismo financiero globalizado en la
eurozona y en general.
Debería quedar ya claro para cualquier persona inteligente que el
desempleo juvenil no es un problema en el sentido ordinario de la
palabra, sino un síntoma de una enfermedad mucho más profunda que está
rompiendo nuestra sociedad desde dentro. Existen otros síntomas como el
aumento del neonazismo y la violencia xenófoba en Grecia, la ola de
suicidios en todo el sur de Europa, y las 400.000 familias que han sido
desalojadas de sus viviendas en España, los miles de caballos muertos de
hambre que han sido abandonados por sus dueños en Irlanda, los
estudiantes del Reino Unido cuyos derechos de matrícula se triplicaron y
ahora se enfrentan a la perspectiva de esperar que quede alguna plaza
libre, estudiar en el extranjero, o acumular enormes deudas
estudiantiles, sin precedentes en la zona euro de la deuda hipotecaria
de los hogares holandeses, etc., etc. Por no hablar del profundo
descrédito de las instituciones democráticas y los disturbios masivos
que han sacudido las principales capitales europeas, como Londres,
Atenas, Madrid, Lisboa o Roma.
Pero los líderes europeos parecen ciegos a la metástasis de la miseria
que se ha colado en el entramado social de nuestro continente. ¿No sería
genial, parecen decirnos ahora, que pudiéramos tener esta austeridad
paralizante, una carga de la deuda cada vez mayor, una devastadora
crisis social, pensionistas hambrientos, el retorno del fascismo, una
ola de desahucios, una ola de suicidios, la penuria generalizada, pero
sin desempleo juvenil? A mi no me venden esta historia y no creo que nos
la traguemos ninguno de nosotros. El intento de convertir la crisis
actual en una cuestión generacional sirve para abrir una brecha entre
nosotros y nuestros padres desempleados, endeudados y/o jubilados. Sirve
para cooptar a los jóvenes de la actual ola de reformas neoliberales,
haciéndonos creer que es en nuestro mejor interés para acabar con los
derechos laborales, el empleo y las pensiones de nuestros padres, para
que así nosotros podamos competir mejor por los puestos de trabajo cada
vez más precarios del futuro. La verdadera razón de que los líderes
europeos se encuentren de pronto tan preocupados por el empleo juvenil –
mientras permanecen impasibles ante la difícil situación de los
pacientes de SIDA griegos , por ejemplo (que ya no pueden obtener sus
medicamentos retrovirales porque los laboratorios no suministran
medicinas a Grecia debido su deuda), es sencillamente que están
aterrados ante un estallido del malestar social en forma de
levantamiento popular. Como informa hoy The New York Times, “está claro
que los responsables políticos están seriamente preocupados por la
probabilidad de que los millones de jóvenes que buscan trabajo,
frustrados al no encontrarlo, se conviertan en una seria amenaza para la
zona euro, la deuda pública excesiva y los bancos débiles. El ministro
de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble admitió literalmente que “vamos a
tener que acelerar la lucha contra el desempleo juvenil, porque de lo
contrario vamos a perder su apoyo, en sentido democrático, en muchas
poblaciones de la Unión Europea”. Lo que temen, en otras palabras, es un
levantamiento de los jóvenes de todo el continente. En su peor momento,
sus planes para “arreglar” el paro juvenil sirven para distraernos de la
evidente dimensión de clase que entra en juego, promoviendo la ilusión
de que la crisis social con la que nos enfrentamos, no es más que la
acumulación de una serie de problemas económicos que pueden resolverse
sin cambios radicales del estatus quo político.
La incómoda verdad es que el desempleo es un elemento integral de la
respuesta a la política neoliberal ante la crisis llevada a cabo por la
Unión Europea y el FMI. Esto, de por sí, no es nada nuevo. Los programas
de austeridad del FMI en los países en desarrollo se han distinguido por
las drásticas reducciones de los salarios y el aumento del desempleo. Un
minucioso análisis cuantitativo de la crisis de la deuda latinoamericana
en la década de 1980 ha demostrado que “el impacto más evidente y
estadísticamente significativo de los programas del Fondo en
Latinoamérica…fue la reducción de la cuota de la renta del trabajo”.
Incluso los estudios oficiales del FMI reconocen que sus programas de
austeridad aumentan el desempleo y reducen el nivel salarial. Y lo que
es más importante, los autores del informe de 2011 del FMI Medicina
dolorosa , llegan a la conclusión de que la austeridad provoca paro no
solo a corto plazo, sino “sobre todo de larga duración”.
En otras palabras, pedir medidas de austeridad que no produzcan
desempleo juvenil es como insistir en la práctica medieval de practicar
sangrías sin pérdida de sangre. No sólo es brutal, sino también
imposible en la práctica. La austeridad y el desempleo son como hermanos
siameses, unidos por la cadera, diseñados para fortalecerse y reforzarse
mutuamente. Mientras la UE y el FMI sigan imponiendo medidas de ajuste
altamente destructivas, el paro va a seguir subiendo. La única verdadera
“solución” al desempleo, por tanto, sería la de liberarse de las cadenas
de la austeridad y dejar de pagar la deuda externa declarándose en mora.
Esta es la opción reformista llevada a cabo por Syriza en Grecia, y a
pesar de la falta de carácter revolucionario de este enfoque cuasi
keynesiano, sin duda se puede decir mucho a su favor desde un punto de
vista humanitario.
Mientras, yo ya he escrito unas 50.000 palabras sobre esta pregunta,
¿por qué no por suspensión de pagos?, en mi tesis doctoral, mostrando precisamente la razón por la que la opción por defecto suele
ser tan esquiva. En resumen, el impago de la deuda por declaración de
suspensión de pagos perjudicaría en gran medida los intereses de los
acreedores privados extranjeros, que acaban de pasar a controlar
prácticamente todos los recursos cruciales de la economía global, lo que
les proporciona una capacidad desmesurada para bloquear el tipo de
soluciones que favorezcan solucionen el desempleo. Así que para llegar a
la fase en la que incluso podamos empezar a considerar con realismo
auténticas “soluciones” al “problema” del desempleo juvenil, a lo
primero que tenemos que hacer frente es a las estructuras del poder
financiero que obstaculizan el desarrollo de dichas soluciones, para
empezar. Esto requiere mucho más que un plan director continental de
lucha contra el desempleo juvenil. Requiere una ruptura radical con el
estatus quo.
Nuestros problemas, al fin, no se deben a una falta de ideas
innovadoras, sino que se deben a un exceso del poder económico
concentrado en manos de una pequeña élite de banqueros. Esto significa
que tenemos que reformular drásticamente nuestra pregunta. En lugar de
preguntar qué ideas innovadoras pueden resolver el problema del empleo
juvenil, debemos preguntarnos qué tipo de estrategias podrían poner
bocabajo el poder estructural de los acreedores internacionales. Esto
nos aleja de la economía y nos sitúa de nuevo en el campo de la teoría y
la praxis revolucionaria. ¿Cómo pueden los jóvenes oprimidos de Europa
concebir la posibilidad de hacer tambalearse el orden financiero global?
A esta pregunta imposible es a la que volveré en mi próximo artículo.
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Fuente: http://www.zcommunications.org/why-europe-can-t-just-fix-youth-unemployment-by-j-r-me-e-roos